
A principios de 2025, las fuerzas de seguridad españolas e italianas llevaron a cabo una operación de gran escala en la que lograron desmantelar a un grupo dedicado al robo de coches de lujo. Los integrantes de la banda no solo robaban los vehículos, sino que se preparaban minuciosamente para cada golpe, empleando métodos científicos y dispositivos modernos para camuflar los autos sustraídos.
Los delincuentes contaban con tejidos especiales que bloqueaban señales y potentes dispositivos electrónicos que interferían con los rastreadores GPS. Gracias a estos trucos, los propietarios no detectaban la desaparición a tiempo y la policía perdía la pista. Los coches, cada uno valorado en no menos de 170 mil euros, desaparecían en cuestión de horas. Algunos modelos con extras llegaban a alcanzar cifras comparables al precio de un pequeño apartamento.
La actividad de la banda abarcaba tanto la soleada Marbella como exclusivos destinos turísticos del norte de Italia. En España, los delincuentes pasaban semanas buscando vehículos adecuados en aparcamientos de clubes de golf, centros comerciales y complejos residenciales de alto nivel. Tras el robo, los automóviles eran llevados a hangares ocultos en zonas poco transitadas de la provincia de Málaga, donde los escondían cuidadosamente para evitar cualquier intento de localización.
Dentro de estos escondites había cámaras de vigilancia y casi no había vecinos cerca. Incluso los agentes más experimentados se sorprendieron al encontrar un verdadero arsenal de equipos para bloquear señales y aislar los coches del mundo exterior. El valor medio de los vehículos robados superaba los 240 mil euros, y algunos llegaban a acercarse a los 300 mil.
Una vez que se acumulaban varios coches en el hangar, los miembros del grupo volvían a sus países: algunos a Italia, otros a Rusia o Rumanía. Al cabo de un tiempo regresaban a España para preparar la documentación y falsear los números de identificación. Después, trasladaban los vehículos por toda Europa hasta el puerto de Amberes, desde donde los enviaban a los Emiratos Árabes Unidos. Todas las transacciones entre los integrantes se realizaban exclusivamente en criptomonedas, lo que dificultaba el rastreo de los flujos financieros.
Como resultado de la operación conjunta, fueron detenidas nueve personas y la policía devolvió a sus propietarios 90 vehículos, con un valor total de aproximadamente 18 millones de euros. Cada miembro de la banda era responsable de una parte del proceso, desde el robo y el camuflaje hasta la falsificación de documentos y la logística. Esta historia se ha convertido en uno de los casos más sonados de la crónica criminal en España en los últimos años.






