
La tarde en Sevilla se tornó inesperada: dos niños, de apenas diez años, circulaban por el carril central de una de las calles más transitadas de la ciudad. Iban al mando de una pequeña moto eléctrica, sin cascos ni supervisión adulta. Los conductores que pasaban no podían creer lo que veían, ya que la escena resultaba insólita.
Una de las mujeres que estaba en un coche se dirigió a los niños para preguntarles adónde iban. Los chicos, sin mostrar la menor inquietud, respondieron que regresaban a casa. La conductora y su acompañante, preocupadas por la seguridad de los pequeños, les aconsejaron tomar la acera para evitar riesgos. Pocos minutos después, los niños cambiaron efectivamente su ruta y las mujeres respiraron aliviadas. La grabación del incidente se difundió rápidamente en redes sociales, generando un intenso debate entre los vecinos de la ciudad.
Poco después del suceso, los servicios de emergencia recibieron una alerta por infracción de las normas de tráfico. La información fue transmitida a la policía local, pero al no recibirse denuncias ni reclamaciones oficiales de los ciudadanos, las autoridades optaron por no intervenir. Representantes municipales señalan que episodios así son poco frecuentes en el centro, aunque en algunas zonas de Sevilla, con menor nivel de vida, es más común ver a niños circulando en motos eléctricas.
Los agentes de policía reconocen que en estas situaciones deben actuar con cautela. Perseguir a los niños puede provocar accidentes, y los pequeños suelen ver las motos eléctricas como juguetes, sin ser conscientes de las posibles consecuencias. En los últimos años, la policía ha confiscado estos vehículos en varias ocasiones, pero aún no ha logrado resolver el problema completamente.
Según la normativa vigente de tráfico, los menores solo pueden viajar en motocicleta como pasajeros a partir de los 12 años y siempre con casco. Se hacen excepciones para niños mayores de siete años si el conductor es uno de los padres o tutor legal. Sin embargo, en la práctica, estas normas a menudo se ignoran, especialmente en algunas zonas de la ciudad.
El caso de los dos niños volvió a poner sobre la mesa la necesidad del control por parte de los adultos y la importancia de respetar las normas de seguridad. El debate en las redes sociales continúa: algunos exigen medidas más estrictas, otros abogan por una labor educativa con los padres. Lo que está claro es que episodios como este no deben pasar desapercibidos.






