
En los últimos años, en Cataluña se habla cada vez más de una tendencia preocupante: los niños leen cada vez menos y su comprensión lectora disminuye notablemente. Esto lo confirman no solo las observaciones de los docentes, sino también estudios internacionales. Por ejemplo, según los últimos resultados de la prueba PIRLS, la región se encuentra entre las rezagadas, por detrás no solo de la media española, sino también de los países de la OCDE. En seis años, la puntuación ha descendido en 15 puntos, lo que genera serias preocupaciones entre los especialistas.
Las causas de esta situación no se encuentran únicamente dentro de las aulas. Los analistas identifican varios factores que dificultan que los niños alcancen el nivel adecuado de lectura. En primer lugar, los programas educativos en Cataluña suelen ser demasiado generales y no plantean objetivos ambiciosos para los alumnos. En segundo lugar, los docentes carecen de tiempo y apoyo para aplicar métodos efectivos, así como de herramientas para detectar dificultades tempranas en los más pequeños. Además, fuera del ámbito escolar, los niños rara vez tienen contacto con los libros y no reciben los estímulos necesarios para desarrollar el interés por la lectura.
En algunos centros educativos ya se están realizando esfuerzos para cambiar esta situación. Por ejemplo, en una escuela de Barcelona, donde la mayoría de los alumnos pertenecen a grupos vulnerables, se han implementado sesiones diarias de lectura de media hora, acompañamiento individual, trabajo en el desarrollo del vocabulario y espacios especiales para potenciar la conciencia fonológica. Aunque el proyecto comenzó hace poco, los docentes ya notan las primeras mejoras positivas.
Sin embargo, existen obstáculos importantes. La alta rotación de docentes provoca la pérdida de metodologías ya desarrolladas, y los nuevos empleados no siempre tienen tiempo de recibir la formación necesaria. La dirección de las escuelas insiste en que, para lograr resultados sostenibles, es fundamental mantener al equipo durante al menos cuatro años y hacer que los cursos clave sean obligatorios para todos. Otro problema es la falta de especialistas que trabajen con niños que requieren una atención especial. Esto ralentiza el ritmo general de las clases y dificulta el enfoque individual.
Fuera del ámbito escolar, la situación no mejora. La desigualdad social se refleja en la falta de libros en casa, la escasa comunicación y el acceso limitado a recursos culturales. Todo esto agrava la brecha entre niños de diferentes familias.
Como salida a la crisis, se proponen medidas integrales: consolidar los equipos pedagógicos, aumentar el número de especialistas, revisar la formación de futuros docentes en las universidades e implementar sistemas de evaluación de su capacitación. También se analiza la ampliación de los programas de apoyo a las bibliotecas escolares y la realización regular de pruebas para detectar problemas a tiempo. Los expertos coinciden: sin acciones decididas, la situación solo empeorará.






