
La mañana del miércoles, agentes de la Guardia Civil hallaron el cuerpo de un joven en la playa Desnarigado, en Ceuta. Vestía un traje de neopreno y aletas, y tenía unas zapatillas atadas a los hombros. Según los primeros datos, la víctima intentaba llegar a territorio español a nado desde Marruecos, eligiendo una de las rutas más largas y peligrosas.
La playa Desnarigado se encuentra en la zona del monte Hacho, frente a Gibraltar. Es un punto donde a menudo llegan quienes se arriesgan a nadar largas distancias para evitar el mayor control fronterizo. Si los nadadores no logran alcanzar la orilla, las corrientes pueden arrastrarlos hacia el Estrecho de Gibraltar, lo que aumenta considerablemente el riesgo de morir.
Con esta tragedia, ya se han registrado 21 muertes en Ceuta relacionadas con intentos de cruzar el mar desde principios de año. Solo en agosto se han contabilizado cuatro casos similares. El periodo estival suele estar marcado por un aumento de intentos de entrada irregular, sobre todo durante la noche y en condiciones de fuerte niebla.
La semana pasada, los servicios españoles y marroquíes lograron impedir conjuntamente un intento masivo de cruce por mar de unas 300 personas. Tras este operativo, el flujo de migrantes disminuyó temporalmente debido al cambio en la dirección del viento. Sin embargo, el buen tiempo y la buena visibilidad volvieron a propiciar una tragedia.
El cuerpo de la víctima, presuntamente originario de países del Magreb, fue rescatado del agua por especialistas de la unidad subacuática de la Guardia Civil. Se hallaron pertenencias personales, aunque la identificación definitiva solo se conocerá tras la autopsia.
Hace dos días, a 500 metros de la playa Juan XXIII, fue hallado otro hombre fallecido. Generalmente, los migrantes utilizan aletas, flotadores inflables y trajes de neopreno para cruzar el mar, recorriendo distancias entre los puntos de entrada y salida en la costa que varían de tres a ocho kilómetros.
Desde el cierre de la frontera por la pandemia, ha aumentado el número de intentos de cruzar el mar evitando los puntos de paso oficiales. Las principales rutas atraviesan la zona sur de la ciudad, en la zona de Tarajal, y la parte norte, cerca de Benzú. En las últimas semanas se han detectado nuevos métodos de entrada, como motos acuáticas alquiladas en Marruecos, que luego abandonan en la orilla tras llegar. Desde 2023, el uso de estos vehículos está restringido: no pueden alejarse más de dos millas de la costa ni salir de las aguas territoriales españolas.
Según estimaciones de la Guardia Civil, alrededor del 80% de todos los cruces ilegales en Ceuta se producen por mar, mientras que el 20% restante ocurre superando las vallas fronterizas.
El año pasado, las autoridades de Ceuta solicitaron apoyo al gobierno de España, ya que no podían hacer frente por sí solas al aumento de menores migrantes procedentes de Marruecos, de quienes la ciudad es responsable. En 2025, la situación sigue siendo tensa: los centros temporales para menores y el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) operan por encima de su capacidad.
Los agentes de la Guardia Civil, especialmente los que participan en operaciones marítimas, señalan que la carga de trabajo aumenta en verano, pero también en los meses fríos el riesgo para la vida de los migrantes solo crece.
Desde enero hasta mediados de agosto de 2025 llegaron a Ceuta 1.725 personas, lo que supone un 7,2% más que en el mismo periodo del año anterior. En las últimas dos semanas cruzaron la frontera 269 personas, y en julio fueron 474. En 2024, en estas fechas, el incremento fue mucho mayor: 143%.






