
En las dos últimas décadas, el mar Mediterráneo ha experimentado cambios significativos: el contenido de omega 3 en el pescado ha disminuido más del 60%. Investigaciones realizadas por biólogos y médicos españoles revelan que, entre 2000 y 2023, la cantidad anual de este nutriente esencial en las capturas se redujo de 15 a 6 toneladas. Las causas principales son la combinación del calentamiento del agua marina y la sobreexplotación de especies tradicionales de peces.
Entre las especies más afectadas se encuentran la sardina, el boquerón, la merluza y la caballa, todas habituales en la región. Sus poblaciones están en declive no solo por la presión pesquera, sino también por los cambios en el ecosistema derivados del aumento de la temperatura del agua. Así, a pesar del incremento en la captura de especies más cálidas, como la alacha o el camarón blanco, el balance total de omega 3 sigue siendo negativo. La participación de estas nuevas especies en el aporte global de omega 3 creció del 3% al 27%, pero esto no basta para compensar las pérdidas.
Los científicos señalan que no solo la cantidad de pescado influye en la situación, sino también la composición de especies. Las nuevas especies, mejor adaptadas a las condiciones cambiantes, no pueden igualar el valor nutricional de las fuentes tradicionales de omega 3. Durante 23 años, los peces pelágicos —sardina y boquerón— han representado casi el 90% de todo el omega 3 capturado. Las especies bentónicas, como la merluza y el rape, aportaron alrededor del 10%, mientras que los crustáceos y cefalópodos contribuyeron apenas con un 1%.
La situación se complica aún más por el hecho de que solo dos de cada diez especies pesqueras en el noroeste del Mediterráneo se explotan de manera sostenible. El resto está en riesgo, a pesar de algunos avances en la recuperación de las poblaciones. Además, debido al calentamiento del agua, el fitoplancton —principal productor de omega 3— está generando menos de este nutriente, lo que afecta a toda la cadena alimentaria.
Los médicos advierten: la deficiencia de omega 3 puede provocar un aumento de enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y problemas en el sistema nervioso. Las recomendaciones internacionales aconsejan consumir diariamente entre 250 y 500 mg de omega 3 de fuentes marinas, pero con las tendencias actuales, resulta cada vez más difícil cumplir con esta pauta.
Como solución, los científicos proponen revisar las estrategias de pesca, apoyar la recuperación de poblaciones locales y fomentar el consumo de especies poco utilizadas pero valiosas, como la alacha y la anjova (anjova). También recomiendan aprovechar mejor los subproductos del pescado —cabezas e hígados ricos en omega 3— y priorizar el uso del pescado para el consumo humano, en lugar de destinarlo a la producción de piensos para acuicultura.
Importar omega 3 de otras regiones no es una solución, según los expertos. Es insostenible y no resuelve el problema. Aunque algunas plantas, como las nueces o las semillas de lino, también contienen omega 3, este se encuentra en una forma que el organismo humano absorbe con más dificultad.





