
En Bruselas, se han reactivado los debates en torno al reciente acuerdo entre el Ministerio del Interior de España y la corporación china Huawei. El centro de la polémica es un contrato que otorga a la empresa el derecho a almacenar grabaciones de audio obtenidas durante operaciones de los cuerpos de seguridad españoles.
La comisaria europea de Independencia y Seguridad Tecnológica, Henna Virkkunen, expresó su preocupación de que este tipo de acuerdo pueda aumentar la influencia de actores extranjeros en sectores especialmente sensibles. Según ella, la dependencia de un proveedor extranjero para el almacenamiento de información tan delicada podría representar riesgos adicionales para todo el sistema de seguridad nacional.
En España, sin embargo, se destaca que el acuerdo alcanzado cumple plenamente con los estándares nacionales y no amenaza los intereses del Estado. Representantes del Ministerio del Interior aseguran que el acceso a los datos está estrictamente controlado y que la extracción de información de los servidores es imposible sin las autorizaciones correspondientes. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, afirmó previamente que los servicios españoles supervisan cuidadosamente la seguridad y confidencialidad de todo el material.
El contrato, firmado en julio, está valorado en 12,3 millones de euros. Huawei se encargará del almacenamiento de las grabaciones de llamadas telefónicas obtenidas durante investigaciones autorizadas por el tribunal. A pesar de las garantías de las autoridades españolas, la Comisión Europea considera que acuerdos de este tipo pueden aumentar el riesgo de injerencias externas, especialmente considerando la importancia estratégica del sector en el que opera la empresa china.
La cuestión sobre la viabilidad de cooperar con Huawei en Europa sigue siendo objeto de intensos debates. Muchos países de la UE ya han restringido el uso de equipos de esta empresa en infraestructuras críticas. España, sin embargo, a pesar de la presión, ha optado por seguir su propio camino, lo que ha generado un nuevo debate sobre el equilibrio entre el desarrollo tecnológico y la seguridad nacional.






