
Cuando los senderos turísticos de las costas de España empiezan a vaciarse con la llegada del frío, el interior de la península ibérica ofrece sensaciones completamente distintas y más profundas. Un viaje de solo dos días al corazón de la Castilla puede convertirse en un auténtico descubrimiento, donde la gran literatura, el arte monumental y la belleza natural virgen se entrelazan estrechamente. Es un programa intenso para quienes están cansados de las guías convencionales y buscan autenticidad, deseando comprender el alma de esta tierra.
El primer día merece ser dedicado íntegramente al contraste entre el agua y la piedra. La ruta comienza en el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, un sorprendente conjunto de quince lagos de color turquesa, conectados por pequeñas cascadas, arroyos y corrientes subterráneas. Se extienden formando una curiosa cadena a lo largo de 25 kilómetros en la cabecera del valle del río Guadiana. El notable desnivel, que alcanza los 120 metros entre la primera laguna, Blanca, y la última, Cenagosa, crea paisajes impresionantes, especialmente bajo la suave luz del sol matutino. Es uno de los humedales más pintorescos e importantes de toda la península, un lugar de fuerza y tranquilidad.
Tras una plena conexión con la naturaleza, el camino lleva a Villanueva de los Infantes. Este pequeño municipio, legítimamente incluido en la asociación oficial de los pueblos más bellos del país, parece detenido en el tiempo del Siglo de Oro español. Su espléndida Plaza Mayor barroca, la monumental iglesia de San Andrés o los muros del monasterio de Santo Domingo, donde pasó sus últimos días el gran poeta Francisco de Quevedo, crean una atmósfera única de inmersión total en el pasado. Cada piedra aquí parece guardar su propia historia. La parte vespertina del recorrido invita a trasladarse al parque nacional Tablas de Daimiel. Este lugar es un verdadero paraíso para ornitólogos y fotógrafos de naturaleza, siendo uno de los principales refugios europeos de aves acuáticas. Contemplar el atardecer desde las pasarelas de madera sobre el agua, escuchando el polifónico coro de las aves, es una experiencia invaluable que limpia la mente.
La segunda mañana recibe a los viajeros con siluetas mundialmente famosas. Diez molinos de viento en Campo de Criptana, declarados Bien de Interés Cultural, se alzan orgullosos sobre la colina, recordando la inmortal obra de Cervantes y a su héroe, que luchaba contra gigantes imaginarios. Desde aquí se obtiene una vista panorámica de las infinitas llanuras. Un tranquilo paseo por el antiguo barrio de Albaicín de Criptana, con sus casas encaladas decoradas con zócalos azules y sus empinadas calles adoquinadas, complementará la experiencia y permitirá sentir el ritmo de la vida local.
El broche final y espectacular de este viaje será la visita a Almagro, reconocida como la capital cultural de la comarca Campo de Calatrava. Su monumental Plaza Mayor, con edificios alargados y continuas galerías acristaladas de color verde, no se parece a ninguna otra en España. Pero el verdadero tesoro se esconde en uno de sus patios: el Corral de Comedias. Este lugar es único porque es el único teatro al aire libre del siglo XVII en el mundo que ha conservado su estructura original y aún acoge representaciones. Entrar en sus muros y sentarse en los bancos de madera es acercarse a la historia viva del arte escénico mundial.
En solo 48 horas, esta tierra revela su verdadera esencia, lejos de lo turístico. Aquí, cada curva del camino promete nuevos descubrimientos, ya sea un paisaje sacado de un libro o una joya arquitectónica oculta de las multitudes. Una escapada tan breve pero profundamente intensa deja una huella duradera y el deseo persistente de volver para explorar, con calma, este rincón auténtico y honesto de España.






