
El sábado, en pleno centro de Madrid, tuvo lugar una manifestación organizada por el grupo ultraderechista Núcleo Nacional, que reunió a unos 700 simpatizantes. Los participantes marcharon por el Paseo del Prado hacia el edificio del Congreso, proclamando consignas y demandas radicales contra los migrantes y en defensa de la «Europa cristiana».
Desde el inicio, el ambiente durante la marcha era tenso. La presencia policial se hacía notar en todas partes y los manifestantes mostraban una organización clara: vestimenta negra, estilo paramilitar, banderas y símbolos del movimiento. En cierto momento, la situación se desbordó: tras los primeros enfrentamientos con la policía, comenzaron los disturbios. En las calles aparecieron motocicletas volcadas, contenedores de basura destrozados y uno de ellos fue incendiado. Se escucharon disparos de balas de goma y la multitud empezó a dispersarse rápidamente por las calles cercanas.
Los organizadores intentaron frenar la escalada de violencia, pidiendo a los asistentes abandonar el lugar y retirar cualquier símbolo del movimiento. Sin embargo, parte de los jóvenes continuó con las provocaciones, lanzando piedras y profiriendo insultos contra la policía. En la zona de la plaza de Neptuno (Plaza de Neptuno) y por las calles del barrio de Las Letras (Barrio de las Letras), se desató una auténtica persecución: la policía perseguía a grupos de ultraderechistas que intentaban esconderse en los callejones. En ese momento, bares y cafeterías se llenaron de personas vestidas de negro, dificultando la identificación de los responsables de los disturbios.
Como resultado de la actuación policial, tres personas fueron detenidas. Las fuerzas de seguridad restablecieron el orden aproximadamente media hora después de iniciados los disturbios. Aunque la protesta había sido autorizada previamente, terminó en caos y destrozos en las calles. Según representantes de Núcleo Nacional, el acto estuvo dedicado al segundo aniversario de las protestas en la calle Ferraz contra la ley de amnistía para los condenados por el procés independentista catalán. Esta vez, los organizadores eligieron una ruta hacia el Congreso para destacar su rechazo a las políticas del Gobierno, independientemente de qué partido esté en el poder.
Madrid volvió a estar en el centro de la atención debido a la actividad de movimientos de ultraderecha. Los servicios municipales actuaron con rapidez para limpiar los daños ocasionados por los disturbios, mientras que la policía sigue investigando para identificar a todos los implicados en el incidente. La manifestación evidenció que los sentimientos radicales continúan generando graves conflictos en la sociedad y requieren la máxima atención de las autoridades.






