
En 2025, el gobierno de Cataluña decidió revitalizar pequeños pueblos y aldeas lanzando un ambicioso programa de apoyo a las zonas que en las últimas décadas han sufrido despoblación y deterioro de infraestructuras. Esta nueva etapa de desarrollo, denominada Pla de Barris i Viles 2025-2029, da continuidad a la exitosa iniciativa de principios de los 2000, cuando un proyecto similar ayudó a cientos de localidades a renovar su imagen y mejorar la calidad de vida.
En esta ocasión, las autoridades han destinado un récord de 1.600 millones de euros, de los cuales 1.000 millones saldrán del presupuesto autonómico y el resto será aportado por los municipios. Se prevé financiar unos 120 proyectos enfocados en la renovación integral del entorno urbano, la implantación de soluciones ecológicas y el fortalecimiento de las comunidades locales. La primera fase de selección ya ha concluido, con la participación de 83 municipios de 30 comarcas catalanas.
Apuesta por los pequeños municipios: combatiendo la despoblación
Se presta especial atención a las localidades más pequeñas, donde el reto demográfico es especialmente agudo. Para acceder al programa, los municipios deben cumplir ciertos criterios: los ingresos de los habitantes han de estar por debajo de la media catalana y la población debe situarse en el rango óptimo para ejecutar proyectos efectivos. Para muchas zonas rurales, es una oportunidad no solo para renovar infraestructuras, sino también para asegurar la supervivencia de sus comunidades.
Así, en Batea, con menos de dos mil habitantes, las autoridades locales han propuesto un ambicioso proyecto que abarca prácticamente todos los ámbitos de la vida: desde la restauración del centro histórico hasta la creación de refugios climáticos en las escuelas y la rehabilitación de viviendas para personas mayores. Aquí consideran que iniciativas como estas no son solo una inversión, sino una cuestión de supervivencia para los pequeños municipios.
En Arbeca, con poco más de dos mil habitantes, se ha diseñado un plan con 37 medidas: construcción de una biblioteca moderna, renovación del alumbrado público, creación de un centro juvenil y mucho más. El objetivo principal es hacer la ciudad atractiva para las nuevas generaciones y garantizar un desarrollo sostenible durante las próximas décadas.
Nuevos enfoques para el desarrollo: foco en la comunidad y el medio ambiente
La versión actual de la iniciativa se diferencia de las anteriores no solo por su alcance, sino también por su filosofía. Ahora no se trata solo de rehabilitar edificios y calles, sino también de apoyar iniciativas comunitarias, implicar a los vecinos en la toma de decisiones e introducir estándares medioambientales. Los expertos subrayan que la participación ciudadana y la transparencia de los procesos se convierten en factores clave para el éxito.
Uno de los retos principales sigue siendo reducir las desigualdades territoriales y fortalecer los lazos entre las administraciones locales y los vecinos. Antes los proyectos se limitaban a mejoras físicas, pero ahora incorporan componentes sociales y medioambientales, permitiendo abordar los desafíos de las pequeñas localidades de manera integral.
El futuro de la España rural: una oportunidad de reinicio
El plan Barry y Villás se pone en marcha en un momento en que muchos municipios rurales se enfrentan especialmente al reto de la supervivencia. El éxito de los primeros participantes demuestra que incluso las pequeñas localidades pueden convertirse en modelos de desarrollo sostenible si cuentan con los recursos y el apoyo necesarios. En los próximos años, Cataluña espera no solo renovar su infraestructura, sino también crear condiciones para que los jóvenes regresen, surjan nuevos empleos y se fortalezcan las comunidades locales.
Así, el nuevo programa no es simplemente otra inversión en edificios y carreteras, sino una herramienta para construir un futuro justo y moderno para toda Cataluña.





