
En el otoño de 2020, cuando España apenas comenzaba a recuperarse del estricto confinamiento, surgieron disputas internas en las Islas Canarias en torno a las medidas para combatir el COVID-19. El entonces presidente regional, Ángel Víctor Torres, ahora ministro, se encontraba en una situación complicada: buscaba acelerar el regreso de los turistas, vitales para la economía del archipiélago, pero se enfrentaba a la burocracia y a la resistencia del gobierno central.
Durante ese periodo, Torres buscaba activamente soluciones a través de canales informales. Su correspondencia con Koldo García, asesor del ministro de Transportes, revela lo estrecha que era su colaboración. García, con sus conexiones dentro del Gobierno, no solo actuó como intermediario para Torres, sino que también asumió el papel de un auténtico ‘gestor de crisis’ en asuntos relacionados con la adquisición de tests y mascarillas.
Los entresijos de las negociaciones y la presión sobre los funcionarios
Cuando el proceso para implantar el sistema de pruebas en los aeropuertos se demoró, Torres no ocultaba su frustración e incluso contempló dirigirse a la más alta dirección del país. Sin embargo, García le aconsejó actuar a través del ministro de Transportes, y no directamente con el presidente del Gobierno. Finalmente, tras una serie de mensajes cargados de tensión, se firmó el primer contrato para el suministro de tests, que fue adjudicado a una empresa vinculada al empresario Víctor de Aldama, actualmente investigado por una trama de corrupción.
La correspondencia entre Torres y García no se limitó únicamente a cuestiones de testeo. Durante el verano de 2020 también se discutieron los retrasos en el pago de un gran lote de mascarillas para el sistema sanitario regional. A pesar de las dudas y verificaciones por parte de los técnicos, Torres supervisó personalmente la situación, buscando agilizar los pagos. Por su parte, García lo presionaba para que actuara con determinación, aludiendo a las exigencias de los grupos empresariales.
Influencia y motivaciones personales
De los mensajes se desprende que García no solo informaba a Torres sobre los detalles de las operaciones, sino que también ejercía influencia sobre él, aprovechando su relación personal y prometiendo apoyo. En algunas ocasiones incluso mostró disposición a tomar medidas extremas para alcanzar sus objetivos. A cambio, Torres se mostraba dispuesto a colaborar, pese a las discrepancias internas en la administración y la resistencia de algunos funcionarios.
Finalmente, gracias a la insistencia de ambas partes, se efectuaron los pagos en disputa y los materiales necesarios llegaron a manos de las autoridades regionales. Sin embargo, estas acciones captaron la atención de las fuerzas de seguridad, que identificaron posibles indicios de colusión y abuso de poder.
Consecuencias y nuevas incógnitas
Los detalles revelados sobre la comunicación entre Torres y García arrojan luz sobre cómo, en una situación de emergencia, se tomaban decisiones de las que dependía la seguridad y la salud de miles de personas. Al mismo tiempo, generan dudas sobre la transparencia y legalidad de estos acuerdos, así como sobre el papel de las relaciones personales en la adjudicación de contratos públicos.
El caso de las compras en Canarias se ha convertido en uno de los episodios más comentados dentro de la serie de investigaciones relacionadas con la pandemia. Ilustra claramente cómo las relaciones informales y las presiones de partes interesadas pueden influir en el desarrollo de los procesos públicos, incluso en los momentos más críticos.






