
Cuando el otoño tiñe las colinas de Sierra Morena con cálidos colores, este rincón en el sur de la península ibérica se convierte en un auténtico tesoro de flora y fauna mediterráneas. Desde finales de septiembre, el aire se llena con los sonidos del bramido: comienza la temporada de la berrea de los ciervos, un impresionante espectáculo natural. Para quienes valoran el ecoturismo y sueñan con observar animales salvajes en su entorno natural, aquí se abre una puerta a un mundo casi intacto por la civilización. Este lugar es uno de los bastiones más importantes para la protección de la población del felino más vulnerable del continente.
Se trata del paraje de Andújar, que se extiende por las suaves laderas características de esta cadena montañosa. El paisaje está formado por encinas y alcornoques centenarios, alternando con densos matorrales de maquia y extrañas rocas graníticas, pulidas por el viento y el paso del tiempo. Estas tierras son hogar de muchas especies emblemáticas. Sobre las cumbres planean majestuosas águilas imperiales y buitres negros, mientras en los espesos bosques se refugia el esquivo felino moteado que atrae fotógrafos y naturalistas de todo el mundo. Su supervivencia es fruto de décadas de minucioso trabajo de conservación.
Decenas de rutas permiten adentrarse en este ecosistema. Una de las más populares, la senda “Cabra-Dubravá” (Jabalí-Encinarejo), lleva a los viajeros hasta el pintoresco embalse de Encinarejo. Pasear por su orilla permite apreciar plenamente la belleza del bosque de galería junto al río Jándula. Otro itinerario, la “Senda del Genista” (sendero del Junquillo), ofrece la oportunidad de observar la armoniosa convivencia entre explotaciones ganaderas privadas y cotos de caza, que en conjunto crean un equilibrio biológico único en la zona. Para quienes buscan una experiencia garantizada, se organizan excursiones guiadas a los mejores puntos de avistamiento de fauna durante la época de celo.
En el corazón de estas tierras protegidas, sobre un alto peñasco, se alza el santuario de la Virgen de la Cabeza. Desde allí se contemplan panorámicas impresionantes que se extienden a lo largo de muchos kilómetros. Muy cerca se encuentra uno de los centros de información del parque, “Viñas de Peñallana”, donde es posible obtener mapas y conocer más sobre las particularidades de la región. Fuera de la zona principal protegida existen también dos lugares de interés: el cercado “Ciprés” (Cercado del Ciprés) y el Ecomuseo dedicado al lince ibérico. La visita a este último requiere reserva previa y permite conocer en profundidad la vida de este fascinante felino. Las aguas del embalse de Encinarejo también están abiertas para actividades como el piragüismo, aunque solo en ciertas temporadas y siempre con permiso de la administración.
Conocer la región no estaría completo sin visitar los pueblos cercanos: Andújar, Baños de la Encina, Marmolejo y Villanueva de la Reina. Cada uno guarda sus propios tesoros. En Baños de la Encina destaca el magnífico castillo morisco de Burgalimar, y en Marmolejo merece la pena visitar el histórico balneario. Estos atractivos culturales complementan a la perfección la experiencia de contacto con la naturaleza. Gracias al bajo flujo de turistas, a una red bien diseñada de miradores y paneles informativos, este enclave se ha convertido en un referente para la observación de aves y mamíferos, ofreciendo una inmersión auténtica y profunda en la España rural.





