
La lucha contra el terrorismo en España cuenta con capítulos que aún hoy generan debate y dolor. Una de las páginas más oscuras corresponde a las acciones de los denominados Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), quienes, en la década de los 80, llevaron a cabo represalias no solo contra miembros de ETA, sino también contra ciudadanos franceses sin vínculos con el entorno abertzale. Entre 1983 y 1987, decenas de personas fueron asesinadas en territorio francés, y un tercio de las víctimas eran franceses sin ninguna implicación, atrapados simplemente por encontrarse en el lugar y momento equivocados.
Aunque el tema de los GAL se discute cada vez más en España, en Francia estas tragedias siguen siendo invisibles. Las familias de las víctimas pasaron años sin recibir apoyo ni explicaciones por parte de las autoridades. Para las instituciones francesas, esas víctimas parecen no existir, y los intentos de buscar justicia chocan con un muro absoluto de silencio.
Olvido y silencio: ¿por qué Francia no reconoce a sus propias víctimas?
Las causas de esta actitud hacia la memoria de los fallecidos se encuentran en la política que Francia mantenía en aquellos años. Oficialmente, París consideraba a ETA como un problema exclusivamente español y prefería mirar hacia otro lado respecto a lo ocurrido en territorio francés. Incluso cuando se trataba de ciudadanos franceses asesinados en operaciones de los GAL, las autoridades no se apresuraban a investigar estos crímenes. Es más, en algunos casos, policías franceses fueron sospechosos de colaborar con las estructuras españolas, lo que hizo la situación aún más confusa y dolorosa para las familias de las víctimas.
Como resultado, muchos familiares de las víctimas se enfrentaron a la desconfianza e incluso a sospechas. Se les negaba apoyo y sus historias no aparecían en los registros oficiales. A diferencia de España, donde al menos se realizaron algunas investigaciones y se dictaron sentencias, en Francia no hubo ningún proceso judicial serio sobre estos casos.
Iniciativas españolas y esfuerzos por restablecer la justicia
En los últimos años, las organizaciones españolas dedicadas a la memoria de las víctimas del terrorismo han comenzado a prestar más atención a las familias francesas afectadas por las acciones del GAL. En San Sebastián y Biarritz se celebran exposiciones y actos conmemorativos donde se mencionan los nombres de las víctimas olvidadas. Para muchos familiares, esto ha supuesto el primer reconocimiento a su dolor y pérdida.
Sin embargo, incluso en España, la mayoría de los crímenes del GAL siguen sin resolverse. Los juicios que se celebraron solo abordaron casos puntuales, sin llegar a toda la cadena de responsables. Altos funcionarios condenados por organizar los asesinatos pasaron muy poco tiempo en la cárcel, y algunos de ellos todavía justifican públicamente sus acciones, lo que agrava aún más el sufrimiento de las familias de las víctimas.
Una memoria que nadie quiere escuchar
Han pasado ya cuatro décadas, pero para muchas familias la justicia sigue siendo una asignatura pendiente. No solo exigen el reconocimiento de los crímenes, sino también una explicación honesta de lo ocurrido. En España, sus voces empiezan a ser escuchadas, aunque no siempre de buen grado. En Francia, en cambio, el tema del GAL sigue siendo incómodo y las autoridades prefieren evitar abordarlo públicamente.
Mientras la memoria de las víctimas dependa del esfuerzo de entusiastas y organizaciones aisladas, y no de una política de Estado, la esperanza de lograr justicia plena parece lejana. Sin embargo, historias como esta recuerdan que detrás de las decisiones políticas siempre están las vidas de personas reales, y olvidarlo resulta peligroso para cualquier sociedad.






