
La incomodidad y el dolor abdominal son quejas comunes que afectan a muchas personas. A menudo surge la pregunta: ¿se trata solo de una acumulación de gases o el cuerpo está intentando alertar sobre un problema más grave? No todas las molestias en la zona abdominal deben ser motivo de alarma, pero es importante saber reconocer las señales de advertencia. El doctor Pedro Mora, destacado especialista en gastroenterología y responsable del área en el Centro Medico-Quirurgico de Enfermedades Digestivas de Madrid, compartió los aspectos clave para entender mejor la situación.
Los principales síntomas que indican acumulación de gases son el dolor y la distensión abdominal. Si estos signos no se acompañan de otras señales preocupantes, como sangre en las heces, pérdida de apetito o de peso, anemia o diarrea persistente, es muy probable que la causa del malestar sean los gases. El dolor puede sentirse en toda la zona abdominal, aunque a menudo se localiza en la parte superior del abdomen, ya que el gas tiende a subir y acumularse en las flexuras del colon.
Entre los principales factores que provocan una producción excesiva de gases, los expertos señalan el estrés, el consumo apresurado de alimentos y ciertos productos en la dieta. La alimentación desempeña un papel importante en este proceso. La intolerancia alimentaria, como a la lactosa o al gluten, suele provocar una mayor fermentación en el intestino y, en consecuencia, hinchazón abdominal. Por ello, ante problemas recurrentes de gases, es fundamental analizar los hábitos alimenticios.
La tarea principal es diferenciar el malestar común de los síntomas de afecciones agudas. En enfermedades como la apendicitis, el cólico biliar o la obstrucción intestinal, el dolor suele ser mucho más intenso y persistente. Por ejemplo, en la apendicitis, las molestias aumentan gradualmente y se localizan claramente en el cuadrante inferior derecho del abdomen. En casos de obstrucción intestinal o cólico, el dolor puede ser de tipo cólico, intensificándose durante los espasmos y disminuyendo en los períodos de relajación.
Para diagnosticar con precisión las causas del dolor abdominal, el médico puede solicitar una serie de pruebas. Según el cuadro clínico, esto puede incluir análisis de sangre (incluidos test de celiaquía), estudios de heces, pruebas para detectar sobrecrecimiento bacteriano o intolerancias alimentarias, así como métodos instrumentales como ecografía abdominal, gastroscopia o colonoscopia. La elección de los procedimientos específicos siempre corresponde al médico tratante.
Tampoco debe subestimarse la influencia del estado psicoemocional. Todo el funcionamiento del tracto gastrointestinal está controlado por el sistema nervioso, por lo que la ansiedad, el estrés o la depresión provocan directamente síntomas digestivos. En algunos casos, se utilizan medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso para mejorar la condición de los pacientes.
Existen varias formas de aliviar el dolor causado por los gases. Entre ellas se encuentran los remedios naturales a base de hinojo, anís o menta, las enzimas digestivas, los medicamentos para disolver los gases (como la simeticona), así como fármacos que mejoran la motilidad intestinal. Para prevenir la acumulación de gases, se recomienda seguir reglas sencillas: comer despacio y masticar bien los alimentos, evitar largos intervalos entre las comidas y no excederse en la cantidad, y realizar actividad física de forma regular. También es aconsejable limitar el consumo de bebidas carbonatadas, edulcorantes artificiales y comidas grasas, dando preferencia a los productos frescos. Dado que la reacción a los alimentos es individual, puede ser útil llevar un diario alimentario para identificar los alimentos que desencadenan molestias, posiblemente con la ayuda de un nutricionista.





