Septiembre en España suele asociarse con la vuelta al trabajo y a las clases tras las vacaciones de verano. Muchas personas aprovechan este período de renovación y establecimiento de nuevos objetivos para revisar sus hábitos, incluido dejar de fumar. Según destacados especialistas, precisamente el cambio de rutina puede ser un excelente incentivo para decir adiós definitivamente al tabaco.
Como señala Jacobo Sellarés Torres, especialista del servicio de neumología en Hospital Clinic de Barcelona y coordinador del grupo de trabajo sobre tabaquismo de la Sociedad Catalana de Neumología (SOCAP), el primer y más importante paso es reconocer el deseo de dejar de fumar y buscar ayuda profesional. No es recomendable intentar superar la adicción en solitario. Consultar con el médico de cabecera o una enfermera puede ayudar a elegir la estrategia adecuada y recibir el apoyo necesario.
Uno de los elementos clave para dejar de fumar con éxito es una planificación clara. El experto recomienda fijar una fecha concreta, el llamado «día D», para fumar el último cigarrillo. Esto ayuda a prepararse psicológicamente y permite organizar el entorno: retirar de casa todos los paquetes, ceniceros y mecheros, así como avisar a familiares y amigos de la decisión para que puedan brindar apoyo.
Muchos fumadores posponen este paso alegando el estrés. Sin embargo, el médico desmiente el mito popular de que el cigarrillo ayuda a relajarse. En realidad, la nicotina solo alivia temporalmente los síntomas de abstinencia, perpetuando la dependencia. A medio plazo, dejar el tabaco, por el contrario, reduce el nivel general de ansiedad y mejora la capacidad para afrontar situaciones estresantes.
En las primeras semanas sin cigarrillos, el organismo comienza a adaptarse, lo que puede ir acompañado de síntomas desagradables temporales. Entre ellos están la irritabilidad, la inquietud, dificultades de concentración, aumento del apetito y trastornos del sueño. También puede aparecer tos, lo que indica la limpieza de las vías respiratorias. Es importante entender que todos estos síntomas son transitorios y señalan la recuperación del organismo.
Los cambios positivos en la salud no tardarán en aparecer. Ya a las 24 horas de dejar de fumar, el nivel de monóxido de carbono en la sangre disminuye, mejorando la oxigenación de los tejidos. A las 48 horas se recuperan los receptores del gusto y del olfato. Y tras 72 horas la respiración se vuelve notablemente más fácil, ya que comienza a mejorar la función pulmonar. En las semanas siguientes, la tos disminuye y la resistencia física aumenta progresivamente.
Para las personas con un alto grado de dependencia existen ayudas como parches de nicotina, chicles e inhaladores. Estos ayudan a aliviar el síndrome de abstinencia. Además, la medicina moderna ofrece nuevos fármacos, como la citisiniclina y la vareniclina, que pueden ser recetados por un médico. Sin embargo, el principal factor de éxito sigue siendo un enfoque integral: combinar el apoyo farmacológico, si es necesario, con cambios en el estilo de vida y el respaldo de los seres queridos.
Entre los errores más comunes de quienes intentan dejar de fumar por su cuenta están la falta de un plan claro, subestimar la intensidad del síndrome de abstinencia y confiar únicamente en la fuerza de voluntad. Los especialistas destacan que una estrategia bien pensada y la disposición a pedir ayuda aumentan significativamente las posibilidades de éxito en la lucha contra este hábito nocivo.
