
En el norte de España, lejos de las rutas turísticas habituales y del bullicio de las grandes ciudades, se extiende una tierra donde la naturaleza aún impone sus propias reglas. Galicia, con sus colinas siempre verdes, valles envueltos en niebla y antiguas leyendas, ofrece a los viajeros una experiencia completamente diferente. Es tierra de celtas, bosques misteriosos y la fuerza imponente del océano Atlántico. Precisamente aquí, en pleno corazón de la provincia de A Coruña, se esconde un verdadero tesoro para los amantes de la belleza virgen: el municipio de Mazaricos.
Esta zona, que forma parte de la famosa «Costa da Morte», permaneció durante mucho tiempo a la sombra de otros destinos gallegos más conocidos. Sin embargo, hoy en día gana renombre como un destino para quienes buscan tranquilidad y un contacto auténtico con la naturaleza. Mazaricos no es solo un punto en el mapa, sino un mundo completo, lleno del murmullo de ríos cristalinos, el follaje denso de bosques relictos y panorámicas que quitan el aliento. La joya principal de esta región es una ruta natural única, que permite, en un solo día, disfrutar de la grandeza de cinco cascadas diferentes.
Un recorrido por la llamada «ruta de las fervenzas» (nombre local de las cascadas) es una verdadera inmersión en un mundo de ensueño. El itinerario une cinco saltos de agua, cada uno con su propio carácter: Santa Leocadia, Vioxo, Firvado, Gosolfre y Noveira. Uno cae desde las alturas en una poderosa corriente rugiente, otro fluye suavemente sobre rocas cubiertas de musgo, creando una atmósfera de calma y serenidad. El acceso es relativamente sencillo, lo que hace el paseo agradable para personas de cualquier nivel físico. Se pueden conectar varios puntos a través de senderos peatonales que serpentean entre los árboles, o bien utilizar el coche para desplazarse cómodamente entre los lugares y aprovechar el día para verlos todos.
Pero el encanto de esta ruta no está solo en las cascadas. En el camino aparecen detalles encantadores que crean una atmósfera única: puentes de madera que crujen al cruzar arroyos, bancos solitarios en miradores y hasta columpios panorámicos desde donde contemplar impresionantes vistas sobre los valles gallegos. Es importante recordar que el paisaje cambia constantemente; la fuerza y abundancia de los saltos de agua depende directamente de la temporada de lluvias. Así, un mismo lugar puede lucir totalmente diferente en primavera o al final del verano, ofreciendo cada vez nuevas emociones.
Masaricos ofrece mucho más que solo bellezas acuáticas. Para los amantes de las largas caminatas, existe la ruta Senda del Xallas, de 65 kilómetros, que recorre el cauce del río. Los aficionados a la tranquilidad y a los paisajes forestales descubrirán el bosque protegido de Devesa de Anllares, mientras que las vistas desde los miradores de Monte Aro, Corzón y Enxilde permanecerán en la memoria durante mucho tiempo. Tampoco hay que pasar por alto el embalse de Fervenza, que por sí solo es un lugar pintoresco ideal para el descanso.
La mejor manera de concluir un día lleno de exploraciones es disfrutando de la gastronomía local. La cocina de Masaricos es un homenaje a los productos autóctonos y a tradiciones centenarias. Es imprescindible probar el famoso pulpo a la gallega, preparado aquí de una manera muy especial. Tampoco pueden faltar las abundantes empanadas, rellenas de diversos ingredientes, así como los platos de carne de la más alta calidad, procedente de granjas locales. Todo esto convierte una visita a Masaricos en una experiencia integral, donde el turismo activo se combina armoniosamente con la inmersión cultural y gastronómica en el corazón de Galicia.






