
El debate sobre la brecha generacional, uno de los temas más candentes en la sociedad española actual, se convirtió en un verdadero espectáculo caótico en el aire del popular programa de tertulia La Sexta Xplica. El problema, donde la situación de los jóvenes españoles es en promedio casi un 50% peor que la de sus padres a la misma edad, y la diferencia en el bienestar se ha multiplicado por nueve, suponía originalmente una conversación seria y multidimensional. En el estudio se reunieron representantes de distintas edades y grupos sociales: desde jóvenes y pensionistas hasta empresarios. Sin embargo, desde los primeros minutos quedó claro que no sería posible un diálogo constructivo.
El presentador del programa, José Yelamo, percibió casi de inmediato la intensidad de la discusión e intentó marcar el tono del debate, pidiendo a los invitados que no se interrumpieran entre sí, ya que todavía quedaba mucho tiempo por delante. Pero sus palabras se perdieron entre el bullicio general. Destacó especialmente la empresaria Paloma Martín, representante de la plataforma Lideremos. Ella ignoraba sistemáticamente cualquier norma de cortesía, interviniendo en cada intervención que difería de su propia opinión. En lugar de esperar su turno, Martín trataba literalmente de ‘gritar’ más que sus oponentes, lo que volvía toda la conversación absolutamente confusa y agotadora para los espectadores frente a la pantalla.
La paciencia de José Elamo fue puesta seriamente a prueba. Al principio, pidió educadamente a la invitada que respetara el orden. “Paloma, ya la he tenido que interrumpir tres o cuatro veces. Por favor, contrólese. Entiendo que se altere, pero ahora no es su turno”, le decía. Estos llamamientos no tuvieron ningún efecto. En un momento dado, incluso otra participante del debate perdió la paciencia y le pidió a Martín que guardara silencio para frenar su incesante discurso, lo que provocó las risas y la aprobación del presentador.
El punto álgido llegó cuando Elamo empezó a recibir mensajes de una audiencia irritada. Apartando su sonrisa habitual, se dirigió a la sala con seriedad. El presentador explicó que le estaban llegando quejas por el ruido insoportable, comparando la situación con “un gallinero” donde era imposible entender nada. Destacó que, si el objetivo del programa era enriquecer el debate y transmitir ideas al público, el respeto por el interlocutor era un requisito fundamental. Pero ni siquiera esta intervención directa calmó a Paloma Martín, que intentó ceder la palabra a otro invitado, asumiendo de facto el rol de moderadora. En ese momento, Elamo perdió la paciencia. “Permítame dirigir el programa yo mismo”, le atajó firmemente, y luego añadió con ironía: “Si lo hace mejor, quizá le den este puesto a usted”.





