
Haro ostenta, sin duda, el orgulloso título de capital del vino de La Rioja. Su nombre está indisolublemente ligado a bodegas centenarias, al famoso barrio de la Estación e incluso a celebraciones tan singulares como la Batalla del Vino. Sin embargo, la verdadera alma de la ciudad, su corazón histórico, late no solo al ritmo de la tradición vinícola. Entre callejuelas estrechas y casonas antiguas se esconde un tesoro auténtico, que a menudo pasa desapercibido para quienes llegan únicamente en busca de catas.
Se trata de la iglesia de Santo Tomás, declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional ya en 1931. Este templo es uno de los principales símbolos del patrimonio cultural de toda La Rioja. Su ubicación estratégica en la colina de La Mota, donde surgió el primer asentamiento de Haro, y la increíble mezcla de estilos arquitectónicos lo convierten en una visita obligada.
Lo primero que impresiona es la portada principal de la iglesia. No parece el acceso a un edificio, sino un gigantesco altar esculpido directamente en piedra. Esta obra maestra del Renacimiento se atribuye al célebre escultor Felipe Bigarny. Fue su trabajo el que introdujo en La Rioja el refinado estilo plateresco, apreciable en los más mínimos detalles de los relieves con apóstoles y escenas bíblicas. Tras la austera fachada se oculta un conjunto monumental lleno de detalles sorprendentes, que invita a recorrer y descubrir pausadamente cada rincón.
La construcción del templo se prolongó durante tres siglos, desde el XVI hasta el XVIII, y cada etapa dejó su huella única. Además del portal renacentista, aquí se puede apreciar una alta cabecera de estilo gótico tardío y la nave central realizada ya en clave renacentista. El conjunto ofrece un verdadero manual visual sobre la evolución del arte sacro.
La torre merece una mención especial. Su diseño y construcción se desarrollaron en dos etapas, lo que le otorga un carácter singular. La base cuadrada de estilo gótico, iniciada en 1671, está coronada por un cuerpo superior octogonal con cúpula y linterna, un destacado ejemplo de barroco terminado en 1720 según el proyecto de Agustín Ruiz de Ascarraiga. Esta audaz estructura sirvió de modelo para otras torres, como la de la catedral de Santa María la Redonda en Logroño, convirtiéndose en un referente arquitectónico de toda la región.
El interior del templo alberga obras de gran valor artístico. Destacan el coro con asientos barrocos de finales del siglo XVII y el órgano construido en 1798. Pero el verdadero protagonista es el altar mayor de 1730, el retablo más grande de toda La Rioja, un deslumbrante torrente de madera policromada que ocupa completamente el espacio bajo la bóveda.
La planta de la iglesia, del tipo denominado “de salón”, con tres naves de igual altura, genera una impresionante sensación de amplitud y armonía. Quince bóvedas estrelladas que se alzan sobre la cabeza y cada columna refuerzan la monumentalidad del lugar, permitiendo percibir toda su importancia histórica.
La iglesia de Santo Tomás está abierta a todos los que deseen conocer su legado. Puede visitarse en los horarios establecidos durante los fines de semana, y es posible concertar visitas guiadas para grupos. Todas las donaciones se destinan al mantenimiento de este símbolo de Haro. Teléfonos de información: 670 214 489, 627 243 609 y 677 840 765. Es una oportunidad única para adentrarse en un monumento que conecta la ciudad no solo con la historia del arte español, sino también con la memoria de Haro, que siempre ha vivido entre la tradición y la modernidad.






