Hay lugares donde el tiempo parece detenerse, y la Selva de Irati es, sin duda, uno de ellos. Basta adentrarse unos pasos en su espesor para comprender por qué este rincón natural es considerado un auténtico santuario de silencio y belleza virgen. La ruta circular que rodea el embalse de Irabia se ha convertido en uno de los senderos más populares de este singular hayedo-abetal de Navarra, que brilla con especial intensidad en otoño. Su recorrido fácil y perfectamente señalizado invita a perderse entre los tonos dorados de uno de los paisajes más impresionantes de los Pirineos navarros.
Cada paso revela un mosaico de hojas, luz y sonidos que envuelven al caminante en una atmósfera casi mágica. Aquí, entre árboles centenarios, parece posible escuchar a la propia naturaleza. El susurro del viento en las copas de las hayas y el reflejo del cielo en las aguas cristalinas del embalse de Irabia acompañan al visitante en un mundo donde la pureza del bosque atlántico se funde con la serenidad de la montaña. Este bosque milenario se extiende entre los valles de Aézcoa y Salazar, ocupando más de 17.000 hectáreas y convirtiéndose en uno de los hayedos-abetales más extensos de Europa.
En este espacio protegido, que incluye las reservas de Mendilatz, Tristuibartea y Lizardoya, habitan ciervos, corzos y jabalíes, además de una rica diversidad de aves. La espectacular paleta de colores otoñales convierte cada visita en una experiencia única. La ruta circular que rodea el embalse de Irabia, de unos 9,5 kilómetros y apenas 262 metros de desnivel, permite disfrutar de toda esta maravilla natural sin grandes esfuerzos físicos. El itinerario, perfectamente señalizado con marcas verde y blancas, se recorre a pie en tres o cuatro horas y también está habilitado para bicicletas de montaña. Es la opción perfecta para quienes buscan un camino sencillo pero inolvidable para conectar de lleno con la naturaleza sin necesidad de preparación especial.
Para comenzar el recorrido, es necesario llegar a Orbaitzeta y desviarse en dirección a Mendilatz hasta el punto de información de Arrasola. Desde allí, el acceso en coche continúa hasta los aparcamientos situados a unos seis kilómetros. Se recomienda consultar previamente el estado de la carretera, ya que a veces permanece cerrada durante los días laborables por obras de mantenimiento. Desde ese punto parte el sendero SL NA 053-C, que rodea el embalse en un circuito salpicado de rincones fotogénicos. Durante el paseo, el visitante cruza pasarelas de madera, puentes y claros, donde el paisaje se abre para mostrar el azul espejo del agua. A mitad de camino, se encuentra la antigua casa del guarda forestal, un lugar perfecto para descansar, disfrutar del entorno y recuperar fuerzas antes de continuar la ruta por una zona conocida como «El Paraíso», donde las hayas milenarias forman un túnel de luz y sombra.
Quienes dispongan de más tiempo pueden acercarse hasta la estación megalítica de Azpegui, situada a unos 15 kilómetros del embalse, donde se conservan dólmenes y crómlech prehistóricos. También merece la pena visitar el propio pueblo de Orbaitzeta, con su iglesia medieval de San Pedro y los característicos hórreos «gareak», testigos de la arquitectura tradicional de los valles pirenaicos. La ruta circular de Irabia no es solo uno de los senderos más accesibles y bellos del bosque de Irati, sino también el que mejor resume la esencia de los Pirineos navarros: naturaleza intacta, historia y silencio. Un camino que demuestra que, a veces, la belleza más pura se esconde en los trayectos más sencillos.
