
En octubre de 2024, la Comunidad Valenciana se vio sacudida por una de las tragedias más graves de los últimos años. Por la tarde, cuando el temporal ya se había cobrado la vida de decenas de vecinos en los municipios de Paiporta y Catarroja, la exconsejera de Justicia e Interior, Salomé Pradas, intentaba contactar con el presidente Carlos Mazón. Le llamó dos veces para informarle de un retraso crítico en el envío de la alerta masiva Es-Alert, pero en ambas ocasiones no logró comunicarse con él. Solo a la tercera llamada consiguió hablar con el jefe del Consell, cuando la situación ya estaba fuera de control.
En ese momento, el temporal arrasaba los municipios: el desbordamiento del barranco del Poyo provocó una ola que barrió barrios enteros. En Paiporta fallecieron al menos 55 personas y en Catarroja otras 25. En el centro de coordinación de emergencias (Cecopi), que reunió a representantes de todas las administraciones, las discusiones eran intensas, pero el tiempo crítico ya se había perdido. La alerta llegó a los teléfonos móviles a las 20:11, cuando la mayoría de los desaparecidos ya no mostraban signos de vida.
Investigación y disputas entre funcionarios
La situación en torno a las acciones de las autoridades rápidamente derivó en una investigación de alto perfil. Pradas, convertida en una de las principales implicadas, sostiene que informó puntualmente a la dirección regional sobre lo ocurrido. Insiste en que todas las decisiones se tomaron dentro del comité de emergencia y que tanto el presidente como su equipo recibieron toda la información necesaria. Sin embargo, el propio Mazón afirma que desconocía el envío de Es-Alert y que no tenía que estar implicado en ese proceso, ya que este tipo de acciones no está previsto en el protocolo de respuesta ante inundaciones.
Durante la investigación se reveló que Mazón estuvo casi cuatro horas en el restaurante El Ventorro, tras lo cual intentó contactar con Pradas. Posteriormente, mantuvieron varias conversaciones breves, pero las decisiones clave ya se habían tomado sin su participación. La jueza instructora considera que, si la alerta se hubiera enviado antes, se podrían haber salvado más vidas. Este punto se ha convertido en el eje central de la investigación por presunta negligencia y homicidio imprudente.
Responsabilidades y consecuencias para la dirección
Junto a Pradas, también está siendo investigado el exdirector de emergencias. La jueza ofreció en tres ocasiones a Mazón la posibilidad de declarar voluntariamente, pero él se negó alegando su estatus. Ahora, el avance de la investigación depende de la decisión del máximo tribunal de la región.
La tragedia de Valencia llevó a una profunda revisión del sistema de alertas y la coordinación entre los distintos niveles de gobierno. Siguen abiertas las preguntas sobre quién y cuándo debe tomar decisiones clave ante una catástrofe. Para muchos habitantes de la región, esta historia se ha convertido en símbolo de cómo la burocracia y la falta de coordinación pueden costar vidas humanas.






