
En el Gobierno de Andalucía se han producido cambios notables: tras la salida de Rocío Hernández como responsable de salud, Antonio Sanz ha asumido temporalmente sus funciones. La decisión sobre el relevo en la dirección fue oficializada a principios de octubre, y ahora Sanz es el encargado de todos los asuntos relacionados con la sanidad y el consumo en la región.
La renuncia de Hernández fue provocada por un escándalo en torno a la organización de los programas de cribado de cáncer de mama. Los problemas con los retrasos en el diagnóstico y el descontento generalizado de la población, especialmente en Sevilla, obligaron a las autoridades a tomar medidas urgentes. El gobierno regional prometió desarrollar e implementar un plan de crisis para reducir las listas de espera y restaurar la confianza de la ciudadanía en el sistema sanitario.
La cartera de sanidad en Andalucía es considerada desde hace tiempo una de las más complejas. En los últimos años han pasado por el cargo varios responsables, y todos se han enfrentado a críticas por las largas listas de espera, la sobrecarga en la atención primaria y contratos sospechosos firmados de manera urgente. Ahora, todos estos retos recaen sobre Sanz, conocido hasta ahora como un gestor duro y pragmático.
Antonio Sanz no es un recién llegado a la política regional. Ya ha demostrado ser una persona capaz de dialogar con sindicatos y empresarios, así como de implementar reformas en los servicios de emergencia. Sin embargo, no todas sus iniciativas han sido bien recibidas: la fusión de los servicios de rescate y bomberos generó controversia debido a la falta de recursos y al descontento entre el personal. Ahora deberá afrontar retos similares, pero esta vez en el ámbito de la sanidad.
En las próximas semanas, la atención pública estará centrada en las acciones del nuevo jefe provisional. La rapidez y eficacia con la que aborde los problemas acumulados determinarán no solo la tranquilidad en la región, sino también la estabilidad política en el gobierno de Andalucía.




