En Málaga ha finalizado toda una época: las autoridades municipales han revocado anticipadamente las licencias para los coches de caballos. Para decenas de caballos que durante años transportaron turistas por la ciudad, esta decisión ha marcado un antes y un después. Algunos podrían seguir trabajando en otras ciudades, mientras que a otros les esperaba el matadero. Sin embargo, gracias al esfuerzo de varias organizaciones y de personas solidarias, dieciséis animales han recibido una nueva oportunidad de vida.
Entre los rescatados está Guitarra, una yegua que desde 2007 trabajaba cada día en el centro de Málaga. Junto a ella, también encontraron refugio Beyoncé, Piopo, Eduardo, Apache, Tana y Jaleo. Ahora viven en un amplio centro de rehabilitación y descanso situado en las afueras de Antequera. Allí, en una antigua finca andaluza, los caballos pueden por fin pasear libremente, descansar y recibir atención veterinaria tras muchos años de trabajo.
El camino hacia el rescate: cómo lograron comprar los caballos
Tras el anuncio de la suspensión de los coches de caballos, los propietarios recibieron una compensación por cada licencia. Sin embargo, el futuro de los animales quedó en el aire. Representantes del refugio y activistas iniciaron negociaciones con los dueños para comprar los caballos y así evitar que terminaran en el matadero o en otras ciudades donde las condiciones podrían ser aún peores. Gracias a colectas y al apoyo en redes sociales, la mayoría de los animales pudieron ser adquiridos y trasladados a un lugar seguro.
Algunos propietarios mostraron empatía: vinieron personalmente a ver dónde vivirían sus antiguos protegidos, trajeron comida y ayudaron con la mudanza. Pero también hubo quienes ni siquiera quisieron entregar el arnés para el transporte. A pesar de las dificultades, todos los caballos rescatados ahora están bajo el cuidado de especialistas.
Una nueva vida: tratamiento, adaptación y cuidado
En el refugio, cada animal fue examinado por un veterinario. A muchos se les detectaron enfermedades crónicas: artritis, problemas dentales, infecciones y secuelas de lesiones. Algunos caballos nunca habían visto a un odontólogo, y una de ellas, por una antigua herida, no puede cerrar el ojo completamente. Gitara, por ejemplo, sufría dolores articulares, ya que durante años no pudo ni siquiera tumbarse: en el establo no había espacio suficiente.
Los caballos jóvenes que han pasado por el estrés y el maltrato aún sienten desconfianza hacia las personas. Especialistas trabajan con ellos para ayudarles a recuperarse y adaptarse a su nueva vida. Los animales mayores ahora solo pueden descansar, disfrutando de la tranquilidad y el cuidado.
Futuro: proyectos para niños y una vejez tranquila
A los caballos les esperan distintos caminos. Los más mayores se quedarán en el refugio hasta el final de sus días, sin ninguna obligación. Los más jóvenes y tranquilos participarán en programas especiales para niños y adolescentes que atraviesan situaciones difíciles. Para ellos hay clases gratuitas de equitación y convivencia con los animales, lo que ayuda en su rehabilitación y socialización.
Aunque no fue posible salvar a todos los caballos —algunos terminaron siendo trasladados a trabajar en otras ciudades—, la mayoría ahora está a salvo. Su historia es un ejemplo de cómo el esfuerzo conjunto puede cambiar el destino incluso de los más vulnerables.
