
En Zaragoza ha llegado la época en que la ciudad se llena de un bullicio especial: tambores, risas de niños y enormes figuras que se elevan sobre la multitud. Es el regreso de los gigantes y cabezudos, que desde hace más de doscientos años son parte inseparable de la principal fiesta de octubre: las Fiestas del Pilar.
En 2024, las autoridades de Aragón reconocieron oficialmente este colorido desfile como patrimonio cultural inmaterial, coincidiendo con el vigésimo quinto aniversario de la actual colección de gigantes. Hoy en día, el desfile cuenta con 27 figuras: catorce gigantes, once cabezudos y dos caballos. Es una de las comparsas más grandes de este tipo en España y sigue reflejando el espíritu festivo de la ciudad.
Los orígenes de la tradición se remontan a principios del siglo XIX, cuando solo cuatro gigantes recorrían las calles, simbolizando los continentes más conocidos de entonces. Iban acompañados de personajes como Morico, Berrugón, Forano y Tuerto. Con el tiempo, la colección fue creciendo con nuevas figuras, entre ellas personajes emblemáticos como Agustina de Aragón, José de Palafox e incluso el pintor Goya con su esposa Josefa Bayeu, incorporados en 2022.
Este año, el desfile ya ha recorrido las calles principales durante el pregón del 4 de octubre, y luego los gigantes y cabezudos alegraron a los vecinos de los barrios de San José y Romareda. Miles de familias salieron a las calles para ver de nuevo a sus personajes favoritos, que siempre despiertan entusiasmo entre niños y adultos.
Quienes aún no han tenido la oportunidad de encontrarse con estos personajes no deben preocuparse: todavía quedan nuevas actuaciones por delante. El miércoles 8 de octubre, a las 18:00, el desfile partirá desde el Centro Cívico Casetas (Centro Cívico Casetas) y recorrerá las calles Huesca, América, Cataluña, Virgen de la Rosa, Nuestra Señora del Carmen, San Jorge, Aragón y Ramón y Cajal, finalizando en el complejo deportivo PDM Casetas. En los días siguientes, la ruta abarcará los barrios de Montecanal, Puerto Venecia, La Jota y Monzalbarba.
Los gigantes y cabezudos no son solo una diversión. Representan la memoria viva de la ciudad, sus tradiciones artísticas y la identidad colectiva. Cada octubre, su presencia en las calles simboliza que Zaragoza sabe conservar sus raíces y celebrar la vida, transmitiendo este espíritu de generación en generación.






