
Cuando los destinos turísticos más populares de España están abarrotados incluso fuera de temporada, aún existen rincones que conservan una atmósfera auténtica y una historia rica. Uno de estos lugares se encuentra en el corazón de la comunidad autónoma de Extremadura. Se trata de Trujillo, en la provincia de Cáceres, un pueblo donde cada piedra respira siglos de historia y cada paseo por sus calles se convierte en un verdadero viaje en el tiempo.
Su principal punto de atracción es la Plaza Mayor, considerada una de las más bellas de España. No es solo un espacio administrativo, sino un auténtico conjunto arquitectónico al aire libre. En el centro se alza la estatua ecuestre de bronce dedicada al conquistador Francisco Pizarro, hijo ilustre de la localidad. La plaza está rodeada de majestuosos palacios construidos entre los siglos XV y XVI con las riquezas traídas del Nuevo Mundo. Los palacios de los Duques de San Carlos y los Marqueses de la Conquista, con sus escudos tallados y balcones elegantes, son testigos del esplendor y la prosperidad que vivieron las familias nobles de la zona.
Trujillo está íntimamente ligado a la época de los grandes descubrimientos geográficos. No solo vio nacer al conquistador del imperio inca, sino también a Francisco de Orellana, el primer europeo en recorrer el río Amazonas de principio a fin. Su legado se siente en cada rincón, desde los nombres de las calles hasta las exposiciones de museos locales como la Casa-Museo Pizarro. Este trasfondo histórico otorga al municipio un carácter especial, austero y a la vez grandioso, que lo diferencia de muchos otros pueblos históricos de España.
Sobre este esplendor se alza una antigua fortaleza que corona la colina. Construida en tiempos del dominio árabe, fue reconstruida tras la Reconquista. Desde sus murallas se disfrutan vistas impresionantes tanto del municipio como de las llanuras circundantes. En los últimos años, esta ciudadela ha cobrado notoriedad al convertirse en escenario de una famosa serie televisiva, donde representa el inexpugnable castillo de una de las grandes casas de Poniente. Este hecho atrae a fans de todo el mundo.
Una estancia en Trujillo puede combinarse con la visita a otros tesoros de la región. Muy cerca se encuentra Cáceres, cuyo casco antiguo también está protegido como Patrimonio Mundial. Un poco más lejos están Mérida, con su impresionante legado romano, y Guadalupe, conocida por su emblemático monasterio. Para los amantes de la naturaleza, es imprescindible visitar el Parque Nacional de Monfragüe, famoso por sus bosques mediterráneos y su población de aves rapaces.
La experiencia gastronómica será el complemento perfecto de la visita. La cocina local destaca por productos de máxima calidad. Aquí es imprescindible probar los platos de cerdo ibérico, especialmente el jamón, así como las tradicionales migas (elaboradas a base de pan) y la caldereta (un contundente guiso de cordero). Lo mejor es acompañar la comida con vinos con denominación de origen Ribera del Guadiana. Para sumergirse por completo en el ambiente, se puede dormir en el parador local, ubicado en el antiguo monasterio de Santa Clara.





