
España está llena de sorpresas, y muchos de sus tesoros permanecen ocultos a los ojos del turista masivo. En cada región es posible encontrar algo realmente especial, reflejo del carácter local y de tradiciones centenarias. La ciudad de Murcia no es la excepción. Paseando por su centro se puede admirar la arquitectura histórica, pero el elemento más singular espera a los curiosos a orillas del agua. Directamente desde la superficie del río Segura surge una enorme criatura metálica cuyo aspecto provoca asombro y fascinación a partes iguales. No se trata de un monstruo antiguo, sino de una de las obras de arte contemporáneo más originales del país.
Este monumento está íntimamente ligado a una de las fiestas más ruidosas y auténticas de la región: el “Entierro de la Sardina” (Entierro de la Sardina). Esta celebración, de raíces paganas, simboliza la despedida de los excesos del carnaval y la llegada de la Cuaresma. El momento culminante de la fiesta es la quema de una figura gigante de sardina, que representa la victoria de la luz sobre la oscuridad y la renovación. Precisamente el espíritu humorístico y grotesco de este evento inspiró la creación de un monumento permanente que, durante todo el año, recuerda a murcianos y visitantes su tradición única.
La idea de inmortalizar el símbolo de la fiesta en bronce nació en la comunidad local “Agrupación Sardinera”. El arquitecto Miguel Llamas la hizo realidad en 2007, dando lugar a una colosal escultura de 10 toneladas y 25 metros de altura. Representa a un pez que emerge del río. La ubicación no fue elegida al azar: se sitúa entre la pasarela peatonal Miguel Caballero y el Puente de los Peligros, donde miles de personas pueden verla cada día. El objetivo no era solo crear una estatua, sino una obra dinámica capaz de interactuar con su entorno.
Sin embargo, el camino hacia la realización del proyecto fue complicado. Nada más instalarla, organizaciones ecologistas expresaron su profunda preocupación. Temían que la enorme base de la estructura alterara el ecosistema del río, provocara erosión en el lecho y afectara negativamente la corriente. Se iniciaron largos debates y estudios. Finalmente, los expertos concluyeron que el impacto sobre el cauce sería mínimo, y el proyecto recibió la aprobación definitiva. Pero las pruebas para el pez de bronce no terminaron ahí.
La principal “atracción” de la escultura debía ser una potente fuente que brotara de la boca del pez. Lamentablemente, el complejo mecanismo hidráulico resultó poco duradero. Poco después de su puesta en marcha, dejó de funcionar y, durante más de diez largos años, el monumento quedó en silencio. Seguía dominando el río, pero sin su toque distintivo, convirtiéndose en un recordatorio estático y algo melancólico de una gran idea. Los habitantes de la ciudad se acostumbraron a su presencia silenciosa, y parecía que la fuente jamás volvería a funcionar.
El punto de inflexión llegó en 2023. Las autoridades municipales decidieron restaurar completamente el mecanismo. Se llevaron a cabo complejos trabajos técnicos para recuperar el sistema de agua. Así, tras más de una década en silencio, el pez volvió a “cobrar vida”. Hoy, en 2025, vuelve a maravillar a todos con su espectacular fuente, que luce especialmente impresionante bajo el sol y con la iluminación nocturna. El monumento ha recuperado su posición como uno de los principales atractivos de Murcia, convirtiéndose en símbolo de renacimiento y fidelidad a la tradición.






