
El domingo aterrizó en el aeropuerto de Barcelona un vuelo a bordo del cual viajaban Ada Colau y Jordi Coronas, participantes de una misión humanitaria detenidos por las autoridades israelíes. No solo sus familiares los recibieron, sino también representantes de movimientos políticos y decenas de ciudadanos solidarios. Los recién llegados regresan tras 35 días de aislamiento, procedimientos humillantes y constante presión.
Inmediatamente después de la intercepción del barco en aguas internacionales, los españoles y otros miembros de la misión fueron trasladados a la prisión de Ketziot. Se les entregó ropa idéntica: pantalones deportivos grises y camisetas blancas, que fue su único vestuario durante todo el tiempo de detención. Según los participantes, desde el principio se les privó del derecho a moverse libremente y fueron sometidos a presión psicológica y física. Al recordar el momento de la detención, Coronas señala que los militares israelíes actuaron de manera agresiva: barcos sin distintivos, focos repentinos, órdenes de apagar el motor y hombres armados irrumpiendo a bordo.
La situación en el puerto solo empeoró. Obligaron a los españoles a arrodillarse, con la cabeza pegada al suelo, y los mantuvieron así durante varias horas. Algunos perdieron pertenencias personales: joyas y prendas de vestir fueron arrojadas al suelo. Durante todo el tiempo de detención, los activistas enfrentaron irregularidades procesales: se les pedía firmar documentos en un idioma desconocido, sin la presencia de abogados, y a quienes se negaban — los intimidaban y aislaban. Incluso quienes aceptaron la deportación no evitaron restricciones adicionales.
Las condiciones en prisión dejaban mucho que desear. A los reclusos se les privaba de sueño y, en ocasiones, no se les permitía ver a un médico, a pesar de padecer enfermedades crónicas. En una ocasión, cuando uno de ellos solicitó asistencia médica, le respondieron que eso «es para personas». Armados con perros, los guardias entraban periódicamente en las celdas, mientras afuera colgaba un cartel con la imagen de Gaza destruida y la inscripción en árabe: «Bienvenidos a la nueva Gaza».
Los organizadores de la misión están considerando presentar quejas contra las autoridades israelíes. Según ellos, las violaciones sistemáticas de los derechos humanos no deben quedar impunes. Al mismo tiempo, parte de los activistas españoles aún permanecen en cárceles israelíes y se espera su regreso en los próximos días. Ya han llegado a Barcelona seis catalanes, mientras que los demás están en camino. Por delante quedan nuevas etapas en la lucha por la justicia e intentos de llamar la atención sobre la situación en Gaza.




