
En Coria del Río, en la provincia de Sevilla, continúa una prolongada lucha de los vecinos para que se reconozcan los daños a su salud causados por años de exposición a productos químicos peligrosos. Desde hace más de veinte años, unas cuatro mil personas se ven obligadas a vivir en un entorno donde el aire está saturado de compuestos nocivos, mientras las autoridades oficiales no se apresuran a solucionar el problema.
Recientemente se supo que el tribunal encargado de la investigación ha vuelto a solicitar al Instituto de Medicina Legal informes médicos sobre la salud de los afectados. Sin embargo, pese a las numerosas peticiones, hasta ahora no se ha designado ningún perito forense que evalúe el impacto en la salud de los vecinos. Esta situación aumenta el malestar y la sensación de impotencia entre la población.
El problema comenzó con la contaminación del suelo y del aire en la zona de una estación de servicio. Durante años, los vecinos denunciaron dolores de cabeza, náuseas, fatiga crónica y, en los casos más graves, enfermedades como leucemia y daños en las vías respiratorias. Los servicios medioambientales y la fiscalía confirmaron que los niveles de sustancias peligrosas como tolueno, benceno y xileno superaron los límites legales por decenas e incluso cientos de veces. Sin embargo, ninguna de las administraciones públicas tomó medidas contundentes para eliminar la fuente de polución o compensar a los afectados.
Protocolos médicos y trabas burocráticas
En octubre del año pasado, representantes de la asociación de vecinos se reunieron con responsables de sanidad y medio ambiente para elaborar un plan de acción. Se decidió crear un protocolo médico especial que permitiera a los médicos vincular enfermedades crónicas con la exposición a tóxicos. Este documento es imprescindible para que los afectados puedan solicitar indemnizaciones. Sin embargo, la creación del protocolo se ha retrasado y la coordinación entre el hospital Virgen del Rocío y el servicio forense aún no se ha establecido.
Los vecinos también insisten en ampliar la investigación: sospechan que la contaminación no solo pudo deberse a fugas en la gasolinera, sino también a posibles fallos en el sistema de saneamiento gestionado por Aljarafesa. En uno de los colectores se detectaron grietas, lo que podría haber facilitado la entrada de productos químicos en la red de alcantarillado y la posterior expansión de los tóxicos. A pesar de estas preocupaciones, la fiscalía ha limitado la investigación exclusivamente al área de la estación de servicio.
La espera por la justicia continúa
Las familias del barrio Guadalquivir llevan años reclamando a las autoridades y a la justicia que agilicen el proceso y nombren a un perito independiente que pueda valorar objetivamente los daños a su salud. Sin informes médicos oficiales, no pueden acceder a indemnizaciones ni conseguir que su problema sea reconocido a nivel estatal. Mientras tanto, la burocracia y la falta de coordinación entre las administraciones solo agravan la situación.
Mientras el tribunal exige informes y las autoridades prometen crear nuevos protocolos, los habitantes de Coria del Río siguen viviendo bajo un riesgo constante para su salud, sin saber cuándo sus sufrimientos serán finalmente reconocidos y compensados.






