
En el mundo de la alta política, incluso el detalle más pequeño del vestuario puede convertirse en una herramienta de comunicación, y los funcionarios españoles no son una excepción. La apariencia de las mujeres en el poder suele estar bajo la lupa, y aunque esto puede interpretarse como sexismo, muchas veces las propias políticas usan la moda para construir su imagen. Un ejemplo claro es Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, cuyo estilo a menudo se califica de meticuloso, lo que genera un contraste interesante con sus ideales comunistas. Sus looks, que recuerdan a los de una bibliotecaria o maestra, han sido analizados repetidamente por críticos de moda. Su pasión por la ropa incluso le ha valido el apodo de “Fashionaria”, un ingenioso juego de palabras entre el término inglés “fashion” y una referencia a la legendaria comunista española Dolores Ibárruri, conocida como La Pasionaria.
Habitualmente, las elecciones de vestuario de Yolanda Díaz reciben elogios. Así fue durante la recepción en el Palacio Real en el Día de la Hispanidad, donde lució un vestido blanco y negro de Coosy, y en la entrega del premio Planeta, adonde acudió con un traje pantalón rojo con capa, también de esa marca. La ministra de Trabajo rara vez comete errores de estilo, por lo que el reciente incidente, que llegó a convertirse en noticia, resulta especialmente llamativo.
Los hechos ocurrieron una noche en la que Díaz, acompañada de su hija Carmela, asistió a una función del Ballet Nacional en Madrid. El look de la ministra volvió a recibir elogios. Llevaba una elegante falda midi azul marino de tejido brillante y un cárdigan a juego con originales cierres en forma de lazo. Su hija Carmela, de 13 años, eligió un estilo sobrio, poco habitual para una adolescente: top tipo bandeau negro sobre camisa blanca y pantalón negro. Quedó claro que la joven heredó de su madre el sentido del estilo.
Sin embargo, días después, una foto conjunta de madre e hija desató polémica. La atención pública se centró en un accesorio de Carmela: su bolso. Durante uno de los programas matutinos en televisión, un periodista planteó la cuestión del origen del bolso de la joven. Se trataba del popular modelo The Tote Bag de Marc Jacobs, en este caso, en su versión básica de tela beige. En la tienda oficial, este accesorio cuesta unos 550 euros. Sin embargo, según apuntó el presentador citando información de redes sociales, en internet puede encontrarse un modelo similar por solo 42 euros. Tras un breve debate sobre si el bolso era de segunda mano o no, en el plató concluyeron que, probablemente, se trataba de una imitación. Los periodistas subrayaron que el problema principal no era el precio, sino que la hija de una alta funcionaria apareciera en público con una copia, fomentando así la piratería.
Este no es el único caso en el que la familia Díaz acapara la atención pública. Recientemente, su viaje conjunto a Suecia también generó interrogantes. Al tratarse de una visita oficial de la ministra, la presencia de su hija suscitó un debate sobre la posible mezcla entre asuntos personales y oficiales. La propia Díaz respondió en redes sociales, afirmando que poder compartir ese viaje con Carmela fue para ella la mayor alegría y un remanso de paz en su apretada agenda.






