El peligro invisible: ¿qué es el radón y por qué es importante?
Durante las reformas en la vivienda, normalmente se presta atención a eliminar la humedad, las grietas y mejorar el aislamiento térmico. Sin embargo, pocos piensan en un riesgo que ni se ve ni se percibe: la entrada de radón desde el subsuelo. Este gas radioactivo natural no tiene color ni olor, y puede acumularse en los interiores al filtrarse por microgrietas, juntas y sistemas de instalaciones en los cimientos. En España, la exposición prolongada a altas concentraciones de radón se reconoce como la segunda causa principal de cáncer de pulmón después del tabaco. A pesar de lo serio de la amenaza, existen formas eficaces de minimizar los riesgos, especialmente si se actúa durante una reforma integral.
Barreras y ventilación: métodos principales de protección
La protección integral contra el radón se basa en dos principios: evitar que entre en el interior y eliminar el gas que ya ha penetrado. Un trabajo bien planificado permite reducir considerablemente el nivel de riesgo.
El primer paso es sellar todas las posibles vías de entrada del gas. Al reformar plantas bajas o sótanos, es fundamental tapar cuidadosamente las grietas en losas de hormigón y paredes utilizando selladores específicos. Se presta especial atención a las juntas entre el suelo y las paredes, así como a los accesos de las instalaciones. Para lograr la máxima protección, bajo el nuevo revestimiento del suelo se colocan membranas especiales de polietileno o EPDM, que actúan como una barrera eficaz contra el radón.
Si no es posible bloquear totalmente el acceso del gas, se recurre a una segunda estrategia: reducir su concentración mediante ventilación. En viviendas con espacios subterráneos, es fundamental asegurar la ventilación natural de la zona para evitar que el radón se acumule bajo el edificio. En estancias con mala circulación de aire, como sótanos, se instalan sistemas de ventilación forzada que renuevan constantemente el ambiente.
Soluciones modernas: despresurización del terreno
El método más eficaz consiste en crear una presión reducida bajo el edificio. Para ello, se instala un conducto bajo la cimentación, conectado a un ventilador extractor que expulsa el radón al exterior antes de que entre a la vivienda. Este sistema se utiliza ampliamente en rehabilitaciones integrales y permite reducir significativamente la concentración de gas en espacios habitables.
Normativas y medidas obligatorias
No todos los edificios están obligados a cumplir los requisitos de protección frente al radón. Según la normativa de construcción vigente (DB-HS6), las medidas especiales solo son obligatorias en localidades con mayor riesgo y para viviendas ocupadas de manera permanente. Estos requisitos no se aplican a garajes, trasteros u otros espacios auxiliares. Para los interiores residenciales, el límite establecido es de 300 Bq/m³. Si las mediciones superan este valor, es necesario adoptar medidas correctoras, que pueden variar según la región.
Un enfoque profesional es la clave de la seguridad
Protegerse del radón es una inversión importante en la salud de la familia. Aunque algunos trabajos pueden parecer sencillos, combatir este gas invisible requiere cálculos precisos y conocimientos especializados. Los errores durante la ejecución pueden provocar una falsa sensación de seguridad. Por eso, ante la sospecha de un riesgo elevado o durante la planificación de una reforma, se recomienda recurrir a especialistas cualificados. Solo los profesionales pueden realizar las mediciones necesarias, identificar las vías de entrada del gas y seleccionar la mejor solución para cada caso. La seguridad del hogar comienza con una correcta elección del contratista y de las tecnologías.
