
Muchos habitantes de España experimentan síntomas molestos como hinchazón abdominal sin causa aparente, falta de energía o una repentina intolerancia a ciertos alimentos. Con frecuencia, estos problemas se atribuyen al estrés o al cansancio, pero los especialistas advierten que pueden indicar un desequilibrio en la microbiota intestinal, conocido como disbiosis.
Según las nutricionistas Raquel Santos y Gema Atienza de la Clínica Neogenia (Clínica Neogenia), existen varios signos que no deben considerarse normales. Entre los más comunes se encuentran: gases persistentes, hinchazón y dolor abdominal, alteraciones en el tránsito intestinal (estreñimiento o diarrea), fatiga crónica, dolores de cabeza, aparición repentina de intolerancias alimentarias, así como cambios de humor y mayor susceptibilidad a infecciones. La presencia prolongada de estos síntomas es un motivo importante para consultar con un especialista.
Una de las principales causas del desequilibrio de los microorganismos intestinales es el estrés. Este activa la producción de cortisol, lo que aumenta la permeabilidad de las paredes intestinales y modifica la composición de la microbiota, facilitando el crecimiento de bacterias patógenas. También influyen negativamente el sedentarismo y la falta de un sueño de calidad, factores que agravan los síntomas de la disbiosis.
La alimentación también desempeña un papel fundamental. El consumo excesivo de productos ultraprocesados, una dieta baja en fibra, la ingesta excesiva de alcohol o edulcorantes, así como las dietas restrictivas estrictas sin supervisión profesional, pueden provocar alteraciones graves en el funcionamiento del sistema digestivo.
Estadísticamente, la disbiosis es más frecuente en mujeres, lo que está relacionado con cambios hormonales, especialmente durante la menopausia. Las fluctuaciones en los niveles hormonales afectan la composición tanto de la microbiota intestinal como vaginal. Además, incluso en personas sanas, el desequilibrio puede ser causado por el estrés crónico, una dieta desequilibrada o el uso de determinados medicamentos.
La estrecha relación entre el intestino y el cerebro explica por qué los problemas digestivos pueden manifestarse como fatiga crónica o migrañas. Para un diagnóstico preciso se utilizan pruebas especializadas como el estudio de la microbiota, cultivos microbianos y pruebas de hidrógeno en el aliento. Los resultados de estos estudios permiten al médico elaborar un plan de tratamiento individualizado.
Los expertos advierten sobre errores comunes en la automedicación. Entre ellos se encuentran la exclusión sin control de alimentos de la dieta, seguir dietas de moda sin base científica, tomar probióticos por iniciativa propia sin indicación específica y descuidar factores importantes como la gestión del estrés y la higiene del sueño.
La recuperación del equilibrio de la microflora requiere un enfoque integral. La base es una dieta personalizada, rica en prebióticos, probióticos naturales y fibra. Se recomienda evitar los alimentos ultraprocesados, pero no excluir grupos completos de alimentos sin una razón justificada. Una microbiota saludable no solo mejora la digestión, sino que también reduce la inflamación crónica asociada al envejecimiento, fortalece el sistema inmunológico, mejora la absorción de nutrientes y puede contribuir a una mayor longevidad.





