
Todos conocemos esa sensación desagradable y persistente que queda después de una discusión acalorada o una situación estresante en el trabajo. Parece que el conflicto ha terminado, pero el cuerpo permanece durante varias horas en un estado de completo agotamiento. No se trata solo de mal humor o cansancio psicológico. Según especialistas españoles en nutrición, detrás de este estado se oculta una potente reacción bioquímica que, literalmente, puede paralizar nuestro organismo hasta por cinco horas.
En el centro de este proceso se encuentra el cortisol, más conocido como la “hormona del estrés”. Fran Zamorano, reconocido dietista-nutricionista en España, especializado en salud hormonal femenina, ha dedicado mucho tiempo al estudio de este tema. Explica que cualquier estallido emocional, ya sea una discusión familiar, un atasco de tráfico o una conversación incómoda, desencadena en el cerebro una serie de reacciones. Se activa el llamado eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal, que ordena a las glándulas suprarrenales liberar cortisol de forma urgente. Esta hormona moviliza toda la energía para reaccionar bajo el esquema de “lucha o huida”, algo vital para nuestros antepasados. El problema es que, en la actualidad, el estrés rara vez requiere una respuesta física, pero la tormenta hormonal permanece.
¿Qué ocurre cuando el nivel de cortisol permanece elevado durante varias horas? Las consecuencias afectan a todo el organismo. En primer lugar, aumenta drásticamente el deseo de consumir alimentos dulces y grasos: el cerebro exige energía rápida para hacer frente a una amenaza imaginaria. En segundo lugar, el cuerpo comienza a acumular grasa activamente, especialmente en la zona abdominal, incluso si la alimentación es moderada. Zamorano destaca que esta es una de las razones por las que las personas sometidas a estrés crónico tienen dificultades para perder peso. Además, se ve afectada la calidad del sueño: cuesta conciliar el sueño y al despertar no se experimenta sensación de descanso. La exposición prolongada al cortisol también altera la función de las hormonas sexuales y tiroideas, y debilita el sistema inmunológico, haciéndonos más vulnerables a las infecciones.
Lo más curioso es por qué este efecto dura tanto tiempo. La razón es que el sistema hormonal tiene inercia. Incluso después de que desaparece la causa del estrés, el mecanismo puesto en marcha no puede detenerse de inmediato. El cortisol sigue circulando en la sangre hasta que el hígado y los riñones lo metabolizan poco a poco. En promedio, el organismo tarda entre cuatro y seis horas en ‘eliminar’ las consecuencias de un episodio de ira intensa. Durante todo este tiempo, el cuerpo sigue funcionando en estado de alerta, consumiendo recursos y provocando esa sensación de agotamiento.
Comprender este mecanismo cambia la percepción del autocontrol. Saber mantener la calma no es una señal de debilidad, sino un acto consciente de cuidado personal. Cada vez que logras evitar una confrontación innecesaria o resistir la irritación, estás protegiendo tu metabolismo, tu equilibrio hormonal y tu bienestar general. Cuando reina el equilibrio bioquímico interno, cualquier objetivo, desde perder peso hasta aumentar la productividad, se alcanza mucho más rápido y con mayor facilidad.






