
En Cataluña, la situación para obtener el permiso de conducir en 2025 ha llegado a un punto crítico. Los jóvenes del territorio que sueñan con ponerse al volante se enfrentan a esperas inesperadamente largas: para acceder al examen práctico, a veces hay que esperar hasta ocho meses. Como resultado, muchos no lo soportan y deciden desplazarse a otras partes del país para acelerar el proceso.
Así, Inés B., una vecina de Barcelona, decidió no perder el tiempo y viajó a Cuenca, donde pudo presentarse al examen en solo una semana. No es la única: este tipo de historias son cada vez más frecuentes. Un trayecto de 500 kilómetros, el gasto en alojamiento y manutención —todo resulta más rentable que languidecer en la cola en casa. Cambiarse a otra autoescuela tampoco siempre es la solución: nuevas listas de espera y meses adicionales solo complican aún más el proceso.
El problema se agrava porque en Cataluña ya hay más de 78.000 personas que, tras aprobar la teoría, están a la espera de la prueba práctica. Las autoridades regionales tratan de encontrar una salida: se baraja incorporar más examinadores e incluso delegar parte de las competencias a órganos locales. Recientemente se aprobó la incorporación de 25 nuevos especialistas, pero esto resulta claramente insuficiente para resolver la situación.
En algunas autoescuelas de otras regiones, como en Cuenca, señalan un aumento de alumnos llegados desde Cataluña. En solo unos meses, cientos de catalanes se han matriculado allí, y en los bares locales ya es habitual escuchar catalán. Los jóvenes se organizan, comparten pisos y realizan cursos intensivos para no perder tiempo.
La situación se complica no solo por la falta de examinadores, sino también por las restricciones en el número de exámenes diarios. Las autoridades de Cataluña han planteado en varias ocasiones la transferencias de competencias para la organización de los exámenes al ámbito local, pero por ahora no hay una decisión. En el parlamento regional se discuten diferentes opciones, pero de momento los alumnos se ven obligados a buscar vías alternativas.
Según la Federación de autoescuelas, la mayoría de los afectados por los retrasos son jóvenes menores de 30 años. En Barcelona, además, se nota una escasez de profesores, lo que ralentiza aún más el proceso. En otras regiones, por el contrario, es posible elegir un horario cómodo y finalizar la formación más rápido. Una presión adicional la genera la norma que obliga a esperar tres meses para volver a presentarse si se suspende el examen.
Mientras las autoridades prometen nuevas medidas y las autoescuelas buscan formas de gestionar la alta demanda, miles de jóvenes catalanes siguen buscando soluciones rápidas, incluso si eso implica viajar al otro extremo del país.





