
La noticia que circulaba desde hace meses en los ámbitos musicales finalmente recibió confirmación oficial el 15 de octubre: Amaia Montero, la “voz de oro” y una de las fundadoras, regresa a La Oreja de Van Gogh. Al mismo tiempo, se anunció que el guitarrista Pablo Benegas se retirará temporalmente de sus actividades, aunque sin abandonar definitivamente el grupo. Estos cambios llegan exactamente un año después de la sorprendente salida de Leire Martínez, quien fue el rostro de la banda durante 17 años.
Durante décadas, la imagen del grupo se mantuvo impecable, pero los acontecimientos del último año sin duda la han dañado. Para entender la magnitud de las consecuencias, recurrimos a especialistas en comunicación y marketing digital, quienes analizaron cómo las últimas decisiones de la dirección han influido en la reputación de la banda.
A muchos les sorprendió la elección del canal para un anuncio tan importante. Inicialmente, el comunicado apareció en la web oficial del grupo y solo después fue replicado en redes sociales. Uno de los expertos en relaciones públicas considera que fue una estrategia consciente para mantener el control de la situación. Publicar en una plataforma propia da carácter oficial al mensaje y evita una oleada inmediata de comentarios incontrolados. Es una forma de informar sin entrar en diálogo, lo cual es lógico si la banda aún no está preparada para responder a preguntas incómodas.
Sin embargo, otro experto considera que esto es un grave error y evidencia falta de coherencia. Según él, en un momento tan delicado, el comunicado debió ser idéntico y simultáneo en todos los canales, para demostrar claridad y transparencia. Al final, los medios citaron el texto seco de la web, acompañándolo de fotos y vídeos emotivos de las redes sociales, lo que generó la impresión de una total descoordinación.
Al analizar el contenido del mensaje, ambos expertos coinciden en que resulta excesivamente frío. Calificaron el tono del comunicado como demasiado neutro y burocrático, algo totalmente inadecuado para la magnitud de los cambios que se anunciaban. El público esperaba de los músicos cercanía y empatía, pero recibió un texto que parecía más un informe corporativo que una carta sincera a sus fieles seguidores.
El momento de la publicación también tuvo un peso considerable. El anuncio se produjo en medio de numerosos rumores, alimentados por una declaración imprudente de una amiga de Amaia Montero, que confirmó accidentalmente su regreso mucho antes del lanzamiento oficial. Uno de los analistas opina que esta filtración tomó al grupo por sorpresa y que la falta de una reacción rápida sólo agravó la situación, generando aún más especulaciones. Otro, por su parte, no descarta que los rumores hayan sido permitidos de forma deliberada. Según él, se trata de una estrategia habitual para ‘sondear el terreno’, medir la reacción del público y calibrar el nivel de nostalgia antes de un gran anuncio.
Expertos en comunicación subrayan que el grupo perdió una oportunidad invaluable para contar una historia real y conmovedora. Al fin y al cabo, su conjunto no es un proyecto de marketing, sino la historia de personas reales que se conocen desde jóvenes, han vivido mucho juntos y superado dificultades. En lugar de eso, el silencio y las declaraciones contradictorias solo generaron desconfianza. Uno de los expertos propuso un escenario más acertado, en dos etapas: primero, despedirse cálida y humanamente de la etapa pasada, agradeciendo a Leire y Pablo, y después anunciar de manera potente y estratégica el regreso de Amaia. Según él, un mensaje así debía poner la piel de gallina; sin embargo, eso no ocurrió.
Todos estos errores afectaron directamente a la marca de La Oreja de Van Gogh. Los expertos coinciden en que la reputación del grupo ha sufrido seriamente en este momento. La estrategia de comunicación los presentó más como negociantes calculadores que como músicos sinceros. Para una banda cuyo nombre está basado en sentimientos y emociones, esta disonancia puede dejar profundas grietas en la relación con sus seguidores si no toman medidas para una comunicación más auténtica en el corto plazo.





