
El estreno del documental «Flores para Antonio» en el festival de San Sebastián causó verdadero furor. Este proyecto, impulsado por Alba, nieta de la legendaria Lola Flores, y realizado bajo la dirección de Elena Molina e Isaki Lacuesta, se ha convertido no solo en un homenaje, sino en una auténtica revelación. La cinta, cuyo estreno en salas está previsto para el 28 de noviembre, promete numerosas sorpresas para los seguidores de la famosa dinastía artística. El mayor atractivo son las figuras hasta ahora casi desconocidas para el gran público: los hermanos de padre de Antonio Flores, hijos de Antonio González «El Pescaílla» fruto de relaciones anteriores a su matrimonio con «La Faraona».
La más conocida de ellos es Antonia, o Toñi, como cariñosamente la llaman en la familia. Es una bailarina talentosa que heredó la pasión por el arte de su madre, Dolores Amaya Moreno, sobrina de la gran Carmen Amaya. En su día, la periodista María Teresa Campos logró organizar su primer encuentro público con Lola Flores en televisión, y aquella emisión quedó grabada en la memoria de los espectadores por su increíble carga emocional. Lolita Flores ha recalcado en varias ocasiones que supo de la existencia de su hermana desde la infancia. Los padres se encargaron de que entre los hijos surgieran relaciones cálidas y sólidas. Según recuerda, el padre solía llevarlos a casa de la abuela, y prácticamente crecieron juntos. Lolita siempre ha hablado de Toñi con gran cariño y respeto, destacando que formó parte del hogar y de la familia desde el principio.
Lola relataba que fue hacia los siete u ocho años cuando tomó conciencia de que tenía una hermana, y lo aceptó con total naturalidad. Nunca surgieron conflictos entre las familias. Destacaba con cariño que Toñi se parecía mucho a su padre, no solo físicamente, sino también por su carácter tranquilo y reservado. La propia Toñi, que siempre evitó la exposición pública, confirmaba plenamente las palabras de su hermana. Recordaba cómo jugaban juntas en el parque y cómo la propia Lola Flores madre solía visitarlas con frecuencia, manteniendo una relación cercana y cálida.
El destino de Juan Antonio, el segundo hijo de «El Pescaílla», fue muy distinto. Su madre era la bailaora de Jerez, Carmelita Santos. Es apenas unos meses mayor que Lolita, pero, a diferencia de sus hermanas, nunca buscó la fama mediática. Su madre también guardó siempre silencio sobre su relación con el famoso músico. Juan creció en Jerez de la Frontera, lejos de los flashes que seguían al clan Flores. En sus entrevistas, Lolita aprovechó también para recordar el genio musical de su padre. Afirma que fue él uno de los creadores de la rumba catalana, un género que en los últimos años ha resurgido gracias a artistas como C. Tangana. «Padre nos decía que la creó él, y nosotras, como buenas hijas gitanas, le creemos», decía ella con orgullo, defendiendo el legado de «El Pescaílla».





