
Cortes de luz, tormentas repentinas, inundaciones y otros fenómenos naturales nos recuerdan cada vez más la importancia de estar preparados para situaciones imprevistas. Hubo un tiempo en que el botiquín de primeros auxilios era imprescindible en cada hogar, pero con los años esta buena costumbre se fue perdiendo. Hoy, en un contexto de creciente incertidumbre, vuelve a ser esencial contar con uno en casa.
Un botiquín bien equipado puede marcar la diferencia en caso de accidentes domésticos, lesiones menores o malestar leve. La base de cualquier botiquín son los materiales para limpiar y vendar heridas. Asegúrate de tener gasas estériles y vendas de varios tamaños, esparadrapo, tiritas de distintos tipos, una venda elástica e incluso una férula pequeña para inmovilizar. Para desinfectar, incluye toallitas antisépticas, jabón, agua oxigenada u otra solución similar, así como agua estéril o suero fisiológico para limpiar cortes.
Además del material de curación, el botiquín debe contar con herramientas auxiliares. No olvides incluir tijeras afiladas, pinzas para quitar astillas, imperdibles, bolsas de frío instantáneo desechables y, por supuesto, un termómetro. Añade también varios pares de guantes sin látex, una linterna con pilas de repuesto y una mascarilla para reanimación cardiopulmonar. Para proteger los ojos pueden ser útiles unas gafas especiales y una solución para enjuagarlos.
Es recomendable reservar un compartimento aparte para los medicamentos. El botiquín básico debe incluir analgésicos y antipiréticos (paracetamol, ibuprofeno), antihistamínicos para alergias, pomada antibiótica y crema con hidrocortisona para aliviar irritaciones. Las personas propensas a sufrir shock anafiláctico deben llevar siempre inyecciones de adrenalina. Aquí también se deben guardar todos los medicamentos que los miembros de la familia tomen regularmente por prescripción médica.
La correcta organización es tan importante como el contenido. Elija para el botiquín un contenedor resistente, espacioso y limpio, que proteja de la humedad y el polvo. Debe guardarse en un lugar fresco y seco, conocido por todos los adultos de la familia pero fuera del alcance de los niños. No conviene utilizar cajas con cerraduras o claves, para no perder tiempo valioso en una emergencia. Revise periódicamente las fechas de caducidad y reponga lo necesario; llevar un listado del contenido facilitará este proceso.
Contar con un botiquín así es especialmente relevante si pensamos en los peligros que puede haber en una casa común. La cocina, sin duda, lidera en número de accidentes: ahí hay muchos objetos cortantes, superficies calientes y productos químicos que pueden ser peligrosos si se manipulan mal. En el baño, el riesgo de caídas y resbalones es alto, especialmente para personas mayores. En otras estancias, los enchufes, muebles, escaleras y hasta juguetes tirados pueden representar un peligro. Lo importante no es vivir con miedo, sino actuar con prudencia y prevención.





