
Muchos de nosotros, antes de dormir, nos preguntamos si es mejor dejar la puerta del dormitorio abierta o cerrada. Algunas personas sienten que tener la puerta abierta les da una falsa sensación de control sobre lo que ocurre en casa, mientras que otras simplemente están acostumbradas a dormir de esa manera. Sin embargo, los expertos en seguridad advierten que este detalle, en apariencia insignificante, puede tener consecuencias fatales en caso de emergencia, como un incendio.
Estudios recientes muestran una diferencia abismal en las condiciones de una habitación con la puerta cerrada frente a una puerta abierta durante un incendio. En una estancia aislada con la puerta cerrada, la temperatura puede mantenerse por debajo de los 38 grados centígrados. En cambio, si la puerta está abierta, la temperatura puede dispararse a 540 grados o más. Además, una puerta cerrada impide eficazmente la entrada de monóxido de carbono, un gas de combustión letal, manteniendo su concentración en un nivel seguro. Así, una simple puerta de madera, incluso hueca, se convierte en una barrera fiable que protege de una amenaza mortal.
Esta barrera ofrece lo más valioso en una situación de emergencia: tiempo. Los expertos señalan que, en las últimas décadas, el tiempo disponible para evacuar una vivienda en llamas se ha reducido drásticamente. Hace cuarenta años, las personas disponían, en promedio, de unos 17 minutos para salir del edificio tras activarse la alarma de incendios; hoy este margen se ha reducido a tres minutos o incluso menos. La razón está en los materiales con los que se fabrica hoy el mobiliario y los acabados. Tejidos sintéticos, plásticos y espuma de poliuretano arden mucho más rápido y emiten más humo tóxico que los materiales naturales utilizados antes. En estas condiciones, cada minuto ganado puede ser crucial para salvar una vida.
A pesar de la importancia de mantener la puerta cerrada, existe un matiz crítico: bajo ningún concepto debe cerrarse con llave. Una puerta cerrada con llave se convierte en un obstáculo serio para los equipos de rescate que lleguen al lugar del incidente. Intentar forzar la cerradura consume segundos y minutos vitales que quizá no tengas. Por eso, la regla es sencilla: la puerta debe estar bien cerrada, pero nunca con llave desde dentro.
Los expertos también recuerdan la importancia de una estrategia integral de prevención de incendios. Una puerta cerrada es solo uno de los elementos de protección. Es fundamental contar con detectores de humo en buen estado en cada planta de la vivienda y cerca de las zonas de descanso. Además, cada familia debe tener un plan de evacuación claro y ensayado previamente. Todos los miembros, incluidos los niños, deben saber cómo salir rápidamente de la casa y dónde se encuentra el punto seguro de encuentro. La combinación de estas medidas aumenta notablemente las posibilidades de un desenlace favorable en caso de incendio.






