
En el norte de Extremadura, entre las colinas de la Sierra de Tormantos, se desarrolla un experimento poco común. Aquí, en una amplia extensión cerca de Piornal, lleva catorce años viviendo y trabajando la etóloga Lucy Rees. De origen británico, ha dedicado su vida al estudio del comportamiento equino y ahora dirige en España un proyecto sin precedentes en Europa.
En mil hectáreas de terreno arrendado, cerca de Arroyomolinos de la Vera, vive una manada de caballos de la raza pottoka. Estos animales, originarios del País Vasco, están completamente entregados a su suerte: nadie los doma, ni los alimenta, ni los restringe. El objetivo principal es comprender cómo se comportan los caballos sin la intervención humana y romper los estereotipos sobre la necesidad de un adiestramiento estricto.
A diferencia de los establos y picaderos tradicionales, aquí no hay monturas, ni látigos, ni jinetes. Las personas solo observan a los animales, sin intervenir en su vida. Incluso la propia impulsora del proyecto evita el contacto, convencida de que cualquier injerencia altera el curso natural de los acontecimientos. Los caballos nacen y crecen en condiciones lo más cercanas posible a la vida salvaje.
La base del experimento es la idea de la «renaturalización»: restaurar los ecosistemas naturales y devolver a los animales su comportamiento original. Según Rees, solo así se puede observar cómo es realmente la vida de los caballos y entender cuánto difiere su comportamiento del que se observa en cautiverio o en el deporte. Aquí los caballos no sufren enfermedades, no requieren tratamiento y muestran una excelente salud, lo que refuta el mito sobre la fragilidad de estos animales.
Se presta especial atención a la estructura de la manada. Contrariamente a la creencia popular, los caballos no tienen una jerarquía estricta con un líder alfa. Sus relaciones se basan en la cooperación y la flexibilidad: cada uno ocupa su propio lugar, y en caso de peligro todos se unen para protegerse. Este enfoque obliga a reconsiderar los métodos tradicionales de manejo de caballos y pone en duda la justificación de muchos métodos de entrenamiento basados en la coerción y el dolor.
El camino para crear este proyecto no fue sencillo. Antes de mudarse a España, Lucy Rees trabajaba con caballos en competiciones de alto nivel, pero se desilusionó con el enfoque tradicional, en el que los animales están obligados a someterse a la voluntad ajena. Está convencida de que estas prácticas generan en niños y adultos una falsa idea sobre la aceptabilidad de la violencia hacia los animales.
Hoy en día, el proyecto atrae la atención de especialistas y entusiastas de todo el mundo. Personas viajan a Extremadura para formarse y aprender a ver los caballos desde una nueva perspectiva: no como herramientas, sino como seres independientes. Los visitantes pueden observar la manada, pero no tienen derecho a tocar, alimentar o montar a los animales. Lo importante aquí es no interferir, sino simplemente observar y aprender a respetar la naturaleza en su estado más puro.





