
En Galicia, en las últimas dos semanas, se han producido tres tragedias: hombres de entre 55 y 79 años fallecieron tras ser picados por la avispa asiática velutina (Vespa velutina). Todos los incidentes ocurrieron en zonas rurales, mientras las víctimas realizaban tareas cotidianas como la caza o la limpieza de fincas. De forma inesperada, estos peligrosos insectos mostraron su actividad no en verano, como es habitual, sino en octubre, cuando normalmente su número disminuye.
Sin embargo, este otoño en la región ha sido anómalamente cálido y seco. Esto permitió que la velutina siguiera reproduciéndose y atacando, a pesar de la época del año. Como resultado, los habitantes de las provincias de A Coruña, Lugo y Pontevedra se encuentran en riesgo, al toparse con nidos escondidos entre la hierba o los arbustos.
Velutina: una amenaza para las personas y el medio ambiente
La avispa asiática llegó a Galicia hace poco más de diez años, procedente de Francia. Desde entonces, su población ha crecido de forma vertiginosa y encontrar un nido se ha vuelto algo común. Esta especie es especialmente peligrosa para quienes sufren alergias: el veneno de la velutina puede provocar reacciones severas, incluso shock anafiláctico. Incluso en personas sin alergia, la picadura puede causar graves consecuencias: desde inflamación hasta pérdida de conciencia.
Si esta especie agresiva pica, es fundamental actuar con rapidez. Se recomienda lavar la zona afectada con agua y jabón, aplicar frío y evitar rascarse la piel. No es aconsejable intentar extraer el aguijón por cuenta propia. Las personas alérgicas deben llevar siempre un autoinyector de adrenalina y utilizarlo ante los primeros síntomas de alarma.
Medidas de control y preocupación entre apicultores
Las autoridades regionales han intensificado la lucha contra esta peligrosa avispa: en toda Galicia se han colocado unas 20.000 trampas y en un año se han destruido más de 16.000 nidos. Sin embargo, los apicultores consideran que estas acciones no son suficientes. La velutina no solo representa una amenaza para las personas, sino que también causa graves daños a las colmenas, lo que afecta negativamente al ecosistema y a la agricultura.
La expansión de esta especie invasora continúa, y los expertos no descartan que, si persisten las altas temperaturas, los ataques puedan aumentar. Se recomienda a los ciudadanos extremar la precaución al trabajar en entornos naturales y no intentar destruir los nidos por cuenta propia.





