A partir de principios de la próxima semana entra en vigor en España una nueva restricción: en las zonas con riesgo elevado de propagación de gripe aviar, quedará prohibido mantener aves de corral en espacios al aire libre. Esta medida se toma ante el aumento de casos entre aves, especialmente en Andalucía, Cataluña y Castilla y León.
En estas regiones se han registrado la mayoría de los brotes en los últimos meses. Ahora, los propietarios de granjas están obligados a trasladar gallinas, patos y gansos a espacios cerrados para reducir el contacto con aves silvestres. En el resto del país, las autoridades recomiendan reforzar las medidas sanitarias y vigilar de cerca la salud de los animales.
En lo que va de año, en España ya se han detectado 91 focos de la enfermedad entre aves. Si bien la mayoría de los casos corresponden a especies silvestres, el virus también se está propagando entre aves domésticas más rápido de lo esperado. Preocupa especialmente que los primeros contagios se registraron en verano, algo poco habitual para este virus.
La normativa también prohíbe mantener juntas aves acuáticas con otras especies y utilizar agua de depósitos abiertos donde puedan acceder aves silvestres. Medidas similares ya se aplican en Francia, Irlanda y Reino Unido, donde la situación con la gripe aviar sigue siendo tensa.
Consecuencias económicas y nivel de amenaza
Expertos señalan que el riesgo de contagio para las personas es extremadamente bajo, pero el daño económico para la avicultura ya se hace sentir. Desde principios de año se han sacrificado más de dos millones de aves en el país para frenar la propagación de la enfermedad. Es un golpe duro para el sector, especialmente para las pequeñas explotaciones.
En Europa se han registrado en los últimos meses más de 130 brotes entre aves domésticas y más de 700 entre aves silvestres. Aunque el virus rara vez se transmite a los humanos, los especialistas insisten en la importancia de cumplir estrictamente las nuevas normas y de mantener una vigilancia constante de la situación.
Las autoridades aseguran que, cumpliendo todas las indicaciones, el riesgo para la población sigue siendo mínimo. Sin embargo, los agricultores se ven obligados a adaptar su trabajo para cumplir con las nuevas exigencias y evitar nuevas pérdidas.





