
La visita del jefe de la diplomacia española, José Manuel Albares, a China acaparó la atención no solo por el aumento de la tensión entre Pekín y Washington. Ante las amenazas de Donald Trump de imponer nuevos aranceles a los productos españoles si Madrid no incrementa el gasto militar hasta el 5% del PIB, el ministro quiso recalcar la firmeza del rumbo de España respecto a la OTAN. Desde Hangzhou, Albares dejó claro que el acercamiento a China no pone en duda los compromisos con la Alianza.
El ministro subrayó que España sigue siendo un socio importante y fiable para la OTAN, a pesar de la situación compleja en las fronteras orientales de Europa. Según explicó, el país defiende los valores europeos y está dispuesto a dialogar con diferentes regiones del mundo, incluyendo América Latina, África y grandes potencias como China.
La visita de Albares a China dio continuidad a los contactos diplomáticos de alto nivel entre ambos países. A principios de año, Pedro Sánchez ya había estado en Pekín y en noviembre se espera la visita oficial de los monarcas españoles. Las relaciones entre Madrid y Pekín se han fortalecido notablemente, especialmente en medio del aumento de las inversiones chinas en la economía española, sobre todo en sectores vinculados a la transición ecológica.
Durante las negociaciones con Wang Yi, ministro de Asuntos Exteriores de China, Álvarez abordó la cuestión del desequilibrio comercial entre ambos países y pidió condiciones más justas para las empresas españolas en el mercado chino. También anunció planes para la construcción de un nuevo edificio de la embajada de España en China, que está previsto abrir en 2026.
Mientras tanto, crece la tensión en las relaciones con Estados Unidos. Donald Trump volvió a manifestar su descontento con la posición de España respecto al gasto militar, amenazando con imponer aranceles adicionales e incluso insinuando la posibilidad de excluir al país de la OTAN. Estas declaraciones se produjeron después de que España lograra una excepción a la norma general de aumento del presupuesto de defensa, lo que provocó malestar en Washington.
A diferencia de Estados Unidos, las autoridades chinas adoptan un enfoque pragmático hacia la cooperación con España. Los medios oficiales chinos señalan que la intensificación de los contactos contribuye a reforzar la confianza y la estabilidad en las relaciones bilaterales. Expertos chinos confían en que Madrid podrá desempeñar un papel constructivo en el desarrollo del diálogo entre China y Europa.
Al mismo tiempo, Pekín sigue respondiendo con firmeza a la presión comercial de Estados Unidos, reforzando el control sobre la exportación de materiales estratégicos, incluidos elementos de tierras raras y componentes para baterías de vehículos eléctricos. En este contexto, Washington contempla la posibilidad de imponer nuevas restricciones e incluso cancelar la reunión entre los líderes de ambos países, aunque posteriormente funcionarios estadounidenses afirmaron que mantienen los planes para las negociaciones.
España, situada entre dos centros mundiales de poder, trata de mantener un equilibrio de intereses sin sacrificar ni las oportunidades económicas ni sus alianzas estratégicas. En los próximos meses, Madrid tendrá que maniobrar entre las exigencias de los socios de la OTAN y la creciente influencia de China en el mercado europeo.





