
En la vida política de España se perfila un nuevo giro: Madrid y Berlín han acordado iniciar negociaciones que podrían llevar al reconocimiento del catalán, euskera y gallego como idiomas oficiales en las estructuras de la Unión Europea. Este paso responde a la creciente presión del partido Junts, que exige el cumplimiento de acuerdos previos y amenaza con romper la cooperación con el Gobierno.
En los últimos meses, las relaciones entre el gabinete español y las autoridades alemanas se han suavizado notablemente. A pesar de que anteriormente Alemania era el principal opositor a la iniciativa, ahora ambas partes están dispuestas al diálogo. El presidente del Gobierno español y el canciller alemán (Friedrich Merz) han acordado la necesidad de buscar conjuntamente una solución que satisfaga a todos los Estados miembros de la UE. Próximamente, Madrid preparará un proyecto de documento para su debate en el Consejo de Asuntos Generales, y las negociaciones estarán a cargo de los ministerios de Asuntos Exteriores de ambos países.
La situación se complica por desacuerdos políticos internos. Junts se prepara para una reunión clave en la que se decidirá la estrategia a seguir respecto a los socialistas. El partido no oculta su frustración por el lento avance de la cuestión lingüística y contempla la posibilidad de retirar su apoyo al Gobierno. Al mismo tiempo, el líder español subraya que está haciendo todo lo posible por cumplir con los compromisos, aunque la decisión no depende únicamente de Madrid.
Se han hecho intentos previos para lograr el reconocimiento oficial de las lenguas regionales en la UE, pero en cada ocasión se encontraron con obstáculos jurídicos y políticos. En mayo del año pasado, el asunto fue sometido a votación, pero debido a las preocupaciones de varios países, entre ellos Alemania e Italia, el debate se pospuso. Los servicios jurídicos de la Unión Europea también expresaron dudas, señalando la necesidad de modificar los tratados vigentes. En julio, el tema volvió a ser discutido, aunque sin resultados concretos.
Ahora, cuando España y Alemania están dispuestas a entablar un diálogo bilateral, surge la posibilidad de desbloquear el proceso. Sin embargo, aún quedan muchos desafíos: habrá que convencer al resto de los Estados miembros y encontrar una solución jurídicamente impecable. Para Madrid, no se trata sólo de una cuestión de identidad nacional, sino también de una clave para mantener la estabilidad política ante la presión de los partidos regionales.





