
En uno de los tramos más famosos del Camino de Santiago, que atraviesa Navarra, los viajeros encuentran una parada singular. En el pequeño pueblo de Ayegui, cerca de Estella, se ubica la bodega Irache, junto a cuyo muro se encuentra una fuente que ofrece no solo agua, sino también vino tinto joven. Este lugar se ha convertido en toda una leyenda entre los peregrinos y, cada año, miles de personas hacen una pausa aquí para probar la bebida, que se sirve gratuitamente las 24 horas del día.
La fuente cuenta con dos grifos: uno para el agua y otro para el vino de origen navarro. Cada día se añaden unos 100 litros de vino al depósito, para que los visitantes puedan refrescarse y recargar energías para continuar el viaje. Lo que sucede en la fuente puede observarse en tiempo real gracias a una cámara web instalada, lo que incrementa aún más el interés por este lugar.
La historia de la fuente de vino está estrechamente ligada a las tradiciones de hospitalidad en el Camino de Santiago. Ya en la Edad Media, los monjes benedictinos del vecino monasterio de Irache ayudaban a los peregrinos ofreciéndoles comida, alojamiento y un poco de vino para recuperar fuerzas. Esta tradición llega hasta nuestros días y, actualmente, la bodega Irache mantiene el legado de los monjes, contribuyendo a la atmósfera única de la ruta.
La bodega Irache fue fundada en 1891 y es considerada una de las más antiguas de la región. Sin embargo, la producción de vino aquí comenzó mucho antes, cuando los monjes elaboraban vino para los peregrinos y los habitantes locales. Con el tiempo, los productos de Irache adquirieron fama más allá de Navarra: se servían en mesas reales y se exportaban a Francia y Portugal. Hoy en día, la bodega combina tradiciones centenarias con tecnología moderna, y su museo alberga más de 400 piezas relacionadas con la historia de la viticultura. En las antiguas bodegas se mantiene una temperatura constante, lo que permite conservar una colección de vinos raros.
Los visitantes de Irache no solo pueden probar el vino de la famosa fuente, sino también recorrer los viñedos, las instalaciones de producción y el museo. Destaca especialmente el llamado “catedral del vino”, una sala con arcos y columnas que recuerda la arquitectura de los templos. Las visitas guiadas tienen lugar los viernes y sábados al mediodía, y es imprescindible reservar con antelación. El precio de la visita es de 16 euros por persona e incluye una degustación de varias variedades de vino y el acceso a todos los puntos clave de la bodega.
La visita a la fuente de vino se ha convertido en una parte imprescindible del recorrido para muchos peregrinos y turistas, y el dicho “Con pan y vino el camino es más fácil” cobra aquí un significado especial. Parar en Irache no solo es una oportunidad para descansar, sino también para conectarse con la larga historia de hospitalidad y enología de Navarra.





