
En enero de 2020, una tragedia cerca de las costas de Marruecos sacudió a Andalucía: el barco pesquero Rúa Mar se hundió, llevándose la vida de seis tripulantes. Posteriormente se descubrió que tras este suceso se ocultaba una red criminal, y el propietario del barco, Pedro Maza, quedó en el centro de la investigación.
El tribunal de Cádiz puso fin a este caso, sentenciando a Maza a 22 años y dos meses de prisión. Fue declarado culpable de varios delitos: homicidio imprudente, organización de actividades de narcotráfico, blanqueo de capitales e intento de fraude. Los jueces detallaron cómo Maza dirigía un grupo que, desde 2016, utilizaba embarcaciones pesqueras para transportar hachís desde Marruecos a España. En 2019, por ejemplo, otro barco de este grupo llevó más de una tonelada de droga.
El día de la tragedia, la tripulación del Rúa Mar informó de una avería grave a través del teléfono satelital. Sin embargo, el propietario no realizó ninguna acción para rescatar a los tripulantes. Según determinó el tribunal, esta inacción resultó fatal. Como consecuencia, cuatro marineros nunca fueron encontrados, y dos, entre ellos familiares de Maza, fallecieron. El tribunal no encontró pruebas de que Maza expusiera conscientemente a la tripulación al peligro, pero sí señaló su negligencia y su falta de respuesta ante la situación.
La investigación también determinó que Masa y sus socios crearon toda una red para blanquear los ingresos del narcotráfico. El dinero de la venta de hachís se destinaba a gastos familiares, compra de bienes inmuebles y legalización a través de estructuras empresariales. En la sentencia también se mencionan otros miembros del grupo: dos de ellos recibieron seis años cada uno, y otros dos, entre tres y cuatro años y medio de prisión. El tribunal destacó especialmente el papel de la ex pareja de Masa, quien colaboró en ocultar los ingresos ilícitos.
Tras el naufragio del Rúa Mar se encontraron fardos de hachís en el mar, pero el tribunal no pudo vincularlos de manera concluyente con la embarcación. Sin embargo, las numerosas escuchas telefónicas y seguimientos convencieron a los jueces de que la nave se utilizaba para el transporte de drogas. La sentencia puede ser recurrida en un plazo de diez días, aunque el caso ya se ha convertido en uno de los más destacados de la región en los últimos años.






