
Cuando el calor del verano disminuye, La Rioja deja atrás su imagen exclusivamente vinícola. Es entonces cuando la naturaleza se impone, tiñendo colinas y valles con asombrosas tonalidades doradas, carmesíes y ocres. Es una invitación a otro mundo, alejado del bullicio de bodegas y salas de cata, un mundo donde la principal bebida es el aire cristalino de los desfiladeros de montaña. En este periodo, la región abre sus rincones más íntimos a quienes buscan tranquilidad y no temen alejarse de las rutas turísticas habituales.
En pleno corazón de la zona sur de la autonomía, dentro del parque natural Sierra de Cebollera, se encuentra una de estas rutas. Se trata del sendero circular Cascadas de Puente Ra, con unos seis kilómetros de recorrido. Es una excursión sencilla pero impactante, ideal para descubrir la belleza otoñal de la zona. El itinerario aúna lo mejor: espesos bosques, panorámicas montañosas y cautivadores cursos de agua, siendo además accesible incluso para quienes no tienen experiencia en senderismo.
El recorrido comienza en la pequeña ermita de Lomos de Orio, donde se ha habilitado un aparcamiento para mayor comodidad de los visitantes. Desde aquí, un sendero se adentra en el macizo montañoso, serpenteando junto al cauce del río Rasoncillo. El murmullo melodioso del agua acompaña todo el trayecto casi sin interrupción. Paso a paso, el bullicio urbano se diluye en una sinfonía de sonidos naturales: el crujir de las hojas bajo los pies, los trinos de los pájaros y el incesante murmullo del agua. Se crea una atmósfera de total tranquilidad y desconexión, tan difícil de encontrar en lugares más concurridos y populares.
Es en la temporada media cuando este rincón revela todo su encanto. Las arboledas de hayas, robles y abedules se iluminan con tonos cálidos, y la humedad acentúa el verdor del musgo que cubre rocas y troncos, haciéndolo aún más intenso. La joya principal de la ruta, la cascada de Puente Ra, se muestra en todo su esplendor, creando un cautivador juego de luces y salpicaduras entre el follaje cada vez más escaso. Pero no está sola: a lo largo del camino aparecen otras caídas de agua, menores en tamaño pero igual de pintorescas, que invitan a detenerse y simplemente contemplar. Las pozas naturales formadas por el río son lugares perfectos para hacer una breve parada antes de continuar la ruta.
El sendero está perfectamente señalizado y diseñado para quienes no buscan exigencias extremas. Presenta suaves ascensos y descensos, lo que hace que el paseo sea cómodo. Por lo general, recorrerlo lleva entre dos y tres horas, pero el tiempo pasa volando, especialmente si disfrutas tomando fotos. El regreso circular no se siente repetitivo, ya que te permite contemplar lugares familiares desde otra perspectiva, mientras la luz del atardecer da nuevos matices tanto a las laderas como a la superficie del río.
Además del placer estético, caminar por el parque Sierra de Cebollera tiene un gran valor educativo. Esta área protegida presume de una notable biodiversidad. A menudo pueden verse huellas de corzos en el sendero, escuchar el tamborileo de un pájaro carpintero o descubrir setas ocultas bajo las hojas. Los paneles informativos distribuidos a lo largo del camino explican las peculiaridades geológicas y la flora local, convirtiendo un simple paseo en una lección fascinante sobre la naturaleza.
Para disfrutar al máximo de esta aventura, conviene seguir algunos consejos sencillos. Lo más importante es llevar un calzado de trekking cómodo y con buen agarre, ya que algunos tramos pueden estar húmedos y resbaladizos. Una mochila ligera con agua suficiente, un pequeño tentempié y protección solar hará que tu día sea perfecto. Antes de salir, también es recomendable consultar la previsión meteorológica. Y, por supuesto, la regla principal es cuidar la naturaleza: sigue las señalizaciones, mantén el silencio y recoge toda tu basura. Cada paso aquí debe darse con respeto hacia este mundo frágil.
Si aún te quedan tiempo y energías, una excelente manera de terminar el día es visitar alguna de las aldeas cercanas, como Villoslada de Cameros. Allí podrás disfrutar de la gastronomía local en uno de los restaurantes familiares o comprar recuerdos artesanales de manos de los maestros locales, llevando contigo no solo fotografías, sino también un pedazo del alma de esta región fascinante.





