
Septiembre en España marca tradicionalmente no solo el final de las vacaciones de verano, sino también la vuelta a la rutina laboral y escolar. Tras semanas de descanso, viajes y excesos gastronómicos, el organismo requiere una atención especial. Los expertos en salud destacan que este es el momento ideal para evaluar el estado físico y realizar revisiones preventivas, a fin de afrontar la nueva temporada con energía y vitalidad.
El periodo estival suele ir acompañado de cambios en los hábitos diarios, la alimentación y la actividad física. Estos cambios no siempre resultan beneficiosos. Por ello, tras regresar de las vacaciones, se recomienda consultar con el médico de cabecera, especialmente si han surgido molestias. Los profesionales sanitarios insisten en la necesidad de revisiones obligatorias para personas mayores de 65 años con enfermedades crónicas. Para los mayores en general, un chequeo rutinario tras el verano también es muy útil para detectar posibles problemas a tiempo.
Se debe prestar especial atención a las consecuencias de una exposición prolongada al sol. Cualquier cambio en la piel—aparición de nuevos lunares (nevus), alteración del color o la forma de los ya existentes, manchas o pigmentación—es motivo suficiente para acudir de inmediato a un dermatólogo. El especialista realizará un examen utilizando sistemas ópticos para un diagnóstico preciso. Además, se recomienda a las personas mayores de 50 años, especialmente a las mujeres, controlar el nivel de vitamina D. Los meses de verano son el mejor momento para acumularla, y un análisis en otoño mostrará si las reservas son suficientes para el año siguiente.
Los excesos veraniegos en comida y alcohol pueden afectar negativamente al organismo. Los médicos instan a abandonar el estereotipo de que el descanso está necesariamente ligado a malos hábitos. Tras este período, especialmente en personas mayores de 50 años, resulta conveniente realizar un análisis bioquímico de sangre. Este debe incluir un perfil lipídico completo (colesterol y sus fracciones), así como indicadores de la función hepática y renal. En algunos casos, puede ser necesaria una ecografía hepática. Igualmente importante es el control de la hidratación, sobre todo en personas mayores y lactantes, que son particularmente vulnerables a la deshidratación durante el calor.
Si durante la práctica de deporte en verano ha experimentado dificultad para respirar, dolor en el pecho, mareos, palpitaciones o simplemente una disminución de la resistencia, es necesario someterse a un examen cardiológico. Las personas con factores de riesgo conocidos de enfermedades cardiovasculares (hipertensión, diabetes, tabaquismo) deben realizarse un control antes de iniciar entrenamientos intensivos. Para quienes son sanos, mayores de 50 años y practican deporte regularmente, también se recomienda una revisión preventiva.
El regreso a la rutina puede provocar el llamado estrés postvacacional. El cambio en el ritmo de vida y en los horarios de sueño suele afectar el estado de ánimo. Normalmente, el cuerpo necesita alrededor de un mes para adaptarse. Si pasado este tiempo la incomodidad persiste, conviene consultar a un médico. Esto resulta especialmente importante para adolescentes y personas con antecedentes de trastornos del ánimo o ansiedad. Se les recomienda agendar una visita con su especialista justo después de regresar de las vacaciones.
Los pacientes con enfermedades crónicas suelen tener un calendario de revisiones programadas. Si durante las vacaciones hubo algún cambio en el tratamiento o en el estado de salud, es necesario informar de inmediato a su médico. Además, tras practicar deportes acuáticos, se recomienda visitar a un otorrinolaringólogo para descartar posibles infecciones. Los viajes a países exóticos requieren especial atención. Incluso si los síntomas como la diarrea o la fiebre ya han desaparecido, es importante realizarse un chequeo, ya que algunas infecciones pueden ser asintomáticas.
Para facilitar la transición de las vacaciones al trabajo, los expertos aconsejan comenzar a ajustar gradualmente los horarios de sueño y alimentación unos días antes del final del descanso. Es importante no imponerse metas poco realistas y regresar al ritmo laboral de forma progresiva. Por ejemplo, se puede comenzar con caminatas diarias de 30 minutos en lugar de entrenamientos extenuantes en el gimnasio. También es útil reservar tiempo en la agenda para pausas y descanso, a fin de evitar el agotamiento.





