
El revuelo por las memorias de Isabel Preysler, cuyo libro «Mi historia verdadera» se ha convertido en todo un fenómeno editorial y mediático, ha vuelto a poner en el centro de atención a las figuras clave de su vida. Una de ellas fue, sin duda, su último esposo, Miguel Boyer, fallecido el 24 de julio de 2012. Según las revelaciones de Preysler, su relación atravesó numerosas pruebas e incluso estuvo al borde de la ruptura en alguna ocasión.
Aunque Miguel Boyer pasó a la historia como un destacado político, que ocupó el cargo de ministro de Economía y Hacienda en el primer gobierno socialista de Felipe González, con el tiempo sus logros profesionales quedaron en segundo plano. La opinión pública se interesaba mucho más por su relación sentimental con Isabel Preysler, con quien tuvo una hija, Ana, actualmente esposa del famoso tenista Fernando Verdasco.
La vida personal de Boyer siempre fue objeto de intenso escrutinio. Su doloroso divorcio de su primera esposa, Elena Arnedo, y las difíciles relaciones con sus hijos, Miguel y Laura, llenaron durante años las páginas de la prensa. Su hijo, en una polémica entrevista para El Mundo, no dudó en criticar duramente a su padre. Su hija Laura, que falleció de cáncer en febrero de 2023 a los 57 años —al igual que su madre—, descansa en Irún, ciudad a la que la familia Boyer está profundamente vinculada desde hace generaciones. Fue allí donde en 1913 nació su madre, Carlota Sáenz de Vicuña.
La familia materna, profundamente católica y conservadora, contrastaba radicalmente con la del futuro esposo, el ingeniero madrileño José Boyer Ruiz-Beneyán, ateo igual que su hijo Miguel. Esta diferencia era especialmente llamativa frente a las creencias de su hijastra, Tamara Falcó, conocida por su profunda religiosidad.
Durante la Guerra Civil, la familia Boyer-Salvador se vio obligada a exiliarse en San Juan de Luz, en la zona francesa del País Vasco. Fue en esta pintoresca localidad donde nació el futuro ministro. Su padre mantenía una relación cercana con el presidente de la Segunda República, Manuel Azaña. Por parte materna también había fuertes lazos políticos, ya que provenía de una familia noble de La Rioja. Miguel Boyer era sobrino nieto de Amos Salvador Rodrigáñez, quien dirigió brevemente el Ministerio de Hacienda y presidió el Banco de España. Además, era bisnieto de un ministro de la época de Alfonso XIII, Salvador Rodrigáñez, y tataranieto de Práxedes Mateo Sagasta, eterno rival de Antonio Cánovas del Castillo.
Tras un breve exilio, la familia regresó a España y se instaló en su casona de Irún, construida en una finca del barrio de Lapice. La propiedad, de tres hectáreas, fue escenario de numerosos acontecimientos familiares. Allí fue bautizada la madre de Miguel, y tanto él como su hermano Agustín recibieron la primera comunión. El menor de los hermanos, Christian, también nació en esa impresionante casa. En los años 90, la mansión fue vendida, según se dice, por 600 millones de pesetas, equivalentes a 3,6 millones de euros.
A finales de esa misma década, la familia comenzó a vender progresivamente las tierras de la finca. El ayuntamiento las adquirió para la construcción de viviendas. Hoy en día, parte de ese terreno alberga el parque Alay Choco, que ocupa unos 18.000 metros cuadrados.
Miguel Boyer inició su formación en Puertollano, donde su padre fue destinado por motivos de trabajo, y terminó la secundaria en el Liceo Francés de Madrid. Posteriormente, obtuvo títulos en Física y Economía en la Universidad Complutense. A él, como a sus antepasados, le estaba destinado dejar huella en la historia de España, y, de una u otra forma, logró ese objetivo.





