
Cada año, a principios de septiembre, habitantes de distintas ciudades de España, entre ellas Ourense, Madrid y Barcelona, acuden a las montañas de la Serra Seca. Allí, entre las elevaciones y el parque natural de Invernadoiro, se conservan una capilla y un cementerio, donde los descendientes de los antiguos pobladores regresan para honrar la memoria de sus antepasados y celebrar el día del santo patrón.
Veigas de Camba, una aldea que alguna vez fue próspera, quedó sumergida en 1974 tras la construcción del embalse Embalse das Portas. A pesar de las décadas transcurridas y el cambio generacional, el vínculo con la tierra natal no se debilita. La gente continúa visitándose, participando en fiestas y funerales, y mantiene vivas las tradiciones que se transmiten de generación en generación.
En raros periodos de sequía, cuando el nivel del agua desciende, emergen elementos del antiguo paisaje: árboles, huertos y en ocasiones las ruinas de la casa conocida como Casa do Avelino. Sin embargo, la mayoría de las construcciones, incluida la iglesia medieval, permanecen ocultas bajo el agua. Todo esto fue posible tras la interrupción del río Camba, afluente del Bibei, y posteriormente del Sil y el Miño, cuyos caudales desembocan en el Atlántico.
Antes de la inundación, los restos de los difuntos fueron trasladados a un nuevo cementerio y la empresa Iberduero construyó una nueva capilla en lo alto de la colina. Es precisamente allí donde, cada año, se celebran actos religiosos y familiares que reúnen a los antiguos vecinos y a sus descendientes, pese a la distancia y los años de separación.
Muchos de los que se vieron obligados a abandonar Veigas de Camba aún recuerdan con cariño la vida en el pueblo. Los recuerdos de la amistad, de las puertas abiertas y de los juegos compartidos de los niños siguen siendo una parte fundamental de su identidad. El proceso de reasentamiento fue difícil, especialmente para las personas mayores, que tuvieron que dejar atrás su forma de vida habitual.
Hoy, medio siglo después, la memoria del pueblo inundado se mantiene viva no solo a través de reuniones familiares, sino también gracias a iniciativas de investigadores y organizaciones culturales. Este año, en la región se llevará a cabo una visita guiada especial y un ciclo de charlas dedicadas a la historia de Veigas de Camba, los procesos judiciales por la expropiación y la construcción de la presa, en la que participaron miles de trabajadores.
El embalse Embalse das Portas, conocido como el “mar interior de Ourense”, inundó más de mil hectáreas de tierra. Su presa, con una altura de 141 metros, es considerada la más alta de Galicia, y su capacidad alcanza los 536 millones de metros cúbicos de agua. En febrero de 1974, cuando el nivel empezó a subir, los vecinos aún permanecían en sus casas, pero pronto tuvieron que abandonarlas, vendiendo su ganado y sus pertenencias para empezar una nueva vida en otros lugares.
Aunque Veigas de Camba desapareció del mapa, su historia sigue viva en fotografías, recuerdos y archivos familiares. Gracias al esfuerzo de los descendientes, incluidos la creación de álbumes en línea y blogs, se ha conseguido preservar imágenes y relatos únicos sobre la vida en el pueblo antes de la inundación. Para muchos, esto no solo es un recuerdo del pasado, sino también un símbolo de la resiliencia y la unidad de la comunidad.
Los habitantes de Veigas de Camba se dedicaban a la agricultura, la ganadería, la caza y la producción de carbón vegetal. Con la desaparición del pueblo, se perdió todo un modo de vida montañés. Durante las negociaciones sobre el traslado, la empresa ofreció construir una nueva aldea en otra región, pero la mayoría prefirió quedarse cerca de sus tierras natales, aunque eso significara dispersarse por diferentes ciudades.






