
En pleno corazón de Madrid se alza un monumento singular: el Templo de Debod, que antaño se erigía a orillas del Nilo. Su llegada a España fue fruto de una compleja maniobra diplomática y de la pasión por la historia antigua que vivió el país a mediados del siglo pasado.
Construido hace más de dos mil años, el templo estaba dedicado al dios Amón y servía como lugar de culto en Nubia. Pese a su tamaño modesto, era de gran importancia para la población local. Sin embargo, en la década de 1950, la suerte de este antiguo edificio quedó en entredicho: Egipto emprendió la construcción de una gran presa en Asuán para proteger el valle de las inundaciones. El agua amenazaba con sumergir para siempre decenas de monumentos, incluido el templo de Debod.
En ese momento, se puso en marcha una campaña internacional para salvar este patrimonio. España, impulsada por el entusiasmo de arqueólogos y el apoyo de las autoridades, se sumó activamente al proyecto. Como agradecimiento por su contribución en el rescate de los templos, Egipto decidió obsequiar algunos monumentos a varios países, y España recibió el más grande de todos los donados. Fue necesario desmontar el templo piedra a piedra, embalar cuidadosamente cada elemento y enviarlos por mar hasta Valencia.
Varias ciudades españolas aspiraban a acoger este artefacto único, pero finalmente la elección recayó en Madrid. Allí, en el lugar de una antigua instalación militar destruida durante la guerra civil, el templo comenzó una nueva vida. El montaje se prolongó durante varios años, hasta que en 1972 abrió sus puertas al público.
La exposición revela páginas desconocidas
Hoy, el museo de San Isidro acoge una exposición dedicada a la década en la que el templo se convirtió en centro de atención de científicos y diplomáticos. Los visitantes pueden descubrir fotografías raras, documentos y objetos reunidos durante la expedición a Nubia. Se presta especial atención a las historias de quienes se vieron obligados a abandonar sus hogares debido a la construcción de la presa.
La exposición se divide en tres partes: la preocupación por los monumentos, el proceso de su investigación y, finalmente, la compleja operación de traslado. Además del material de archivo, se exhiben hallazgos etnográficos que ayudan a recrear la atmósfera de una época ya desaparecida.
Debates sobre el futuro del monumento
La cuestión de la conservación del templo sigue siendo relevante. Muchos expertos consideran que la estructura necesita mayor protección frente a las inclemencias meteorológicas y el vandalismo. Sin embargo, las autoridades municipales no contemplan por ahora cambios radicales, basándose en los resultados de recientes estudios. La única novedad prevista es la restauración del espejo de agua que, antaño, rodeaba el templo y le daba su carácter tan especial.
La historia del templo de Debod no es solo un relato sobre el rescate de la antigüedad, sino también un ejemplo de cómo el patrimonio cultural puede unir países y generaciones. Actualmente, sigue siendo uno de los símbolos más singulares de Madrid, y su pasado y futuro continúan despertando el interés tanto de vecinos como de visitantes de la capital.






