
En La Rioja, la policía llevó a cabo una amplia operación contra un grupo organizado que utilizaba mano de obra de migrantes en situación irregular en labores agrícolas. Siete personas, seis hombres y una mujer de entre 28 y 50 años, fueron detenidas bajo sospecha de varios delitos, incluyendo trata de personas, detención ilegal, vulneración de derechos laborales y blanqueo de capitales.
Según la investigación, todos los detenidos son de origen marroquí y captaban a compatriotas en situación vulnerable. Reclutaban a trabajadores por toda España, prometiéndoles regularización y un salario estable, pero en realidad los dejaban atrapados. Los trabajadores eran alojados en espacios reducidos y sucios, sin condiciones mínimas de habitabilidad. Les descontaban dinero simplemente por dormir en un colchón o por utilizar zonas comunes.
El esquema operaba a través de una red de empresas e inmuebles, abarcando no solo La Rioja sino también otras regiones del sur del país. Las personas eran trasladadas a los campos, donde realizaban tareas de desbroce, poda y recolección de hortalizas y frutas. No existían contratos laborales oficiales y los pagos se hacían en efectivo, a menudo con cantidades insignificantes. En ocasiones, por toda una jornada de trabajo pagaban sumas simbólicas, por ejemplo, un euro por cada kilo de hortalizas recolectado. En varios casos, directamente no se realizaban los pagos.
Particular indignación causó el hecho de que entre las personas explotadas se encontraban tres menores de edad — de 12, 15 y 17 años. Trabajaban al igual que los adultos, sin ninguna garantía ni protección. Durante los registros, en una de las casas se encontraron 15 personas, y en una habitación aparte, cerrada por fuera, había una pareja durmiendo en el suelo con una sola manta y una pequeña ventana para ventilación.
Durante la operación, la policía realizó registros en cinco viviendas y cinco almacenes, incautó más de 22 mil euros en efectivo, joyas, documentos y dos vehículos. Muchos de los afectados intentaron huir al notar la presencia policial. En total, se logró identificar al menos a 45 personas víctimas de explotación, aunque la cifra real podría ser mayor.




