
El regreso de la era de los grandes navegantes
En Pasaia, una pequeña localidad del norte de España, ha concluido la reconstrucción única de un barco que hace cinco siglos fue el orgullo de los marineros vascos. La réplica del ballenero San Juan, construido en el siglo XVI, ha tocado el agua por primera vez tras más de una década de meticuloso trabajo. Este proyecto no solo representa un logro técnico, sino también un verdadero acontecimiento cultural para toda la región.
El San Juan original, creado en el apogeo de la potencia marítima española, fue uno de los primeros barcos capaces de cruzar el Atlántico. Su misión era recolectar aceite de ballena en las lejanas costas de Terranova. El barco se hundió en 1565 frente a las costas de Labrador, donde sus restos, siglos después, se convirtieron en objeto de estudio para arqueólogos subacuáticos. Gracias al minucioso análisis de las piezas conservadas, los artesanos lograron recrear cada detalle de la nave con la máxima fidelidad histórica.
Rescate de oficios olvidados
El proyecto reunió a más de trescientos entusiastas, desde carpinteros de tradición familiar hasta jóvenes voluntarios. Durante el proceso fue necesario revivir oficios casi extinguidos: carpintería naval, herrería, confección de velas y fabricación de cabos. Para el casco se utilizó roble de los bosques de Navarra, mientras que los mástiles se tallaron a partir de abetos crecidos en el valle de Salazar. Incluso la resina para impermeabilizar el casco se obtuvo con métodos tradicionales en Burgos.
Todo el trabajo se realizó en un pequeño astillero, donde cada etapa se supervisó con especial atención al detalle. El resultado fue un barco de 28 metros de eslora, capaz de albergar a 60 tripulantes y cinco botes balleneros. En el interior hay réplicas exactas de calderas de cobre, barriles para la grasa y otros objetos necesarios para largas expediciones.
Planes de futuro: travesía histórica y nuevos proyectos
En los próximos años, el equipo planea llevar el San Juan a navegar por la ruta del siglo XVI hacia las costas de Canadá. El viaje durará unos dos meses y la tripulación vestirá ropas confeccionadas siguiendo patrones de la época. A bordo, las condiciones serán lo más fieles posible a las originales: sin comodidades modernas, solo vida auténtica y comida tradicional. Tras regresar, el navío se convertirá en museo, donde los visitantes podrán conocer la vida y las gestas de los balleneros vascos, así como las tecnologías navales del pasado.
El proyecto ya ha recibido reconocimiento internacional: la UNESCO eligió la figura del San Juan como símbolo del patrimonio cultural subacuático. Inspirados por este éxito, los organizadores anunciaron una nueva iniciativa: la restauración del último barco de madera atunero de San Sebastián (San Sebastián), para preservar otra página de la historia marítima regional.
Todo esto fue posible gracias a la pasión y perseverancia de personas que no temieron parecer excéntricas, pero demostraron que el pasado puede cobrar vida cuando se le pone alma y trabajo.






