En la escuela Mare de Déu del Carme de Terrassa, el curso escolar no comenzó como de costumbre. Desde hace varios meses, la comunidad está dividida: un sector de los padres está preocupado por lo que consideran un endurecimiento en la política religiosa del centro. Esto ha causado fracturas entre las familias: algunos apoyan los cambios, mientras que otros se oponen rotundamente.
La situación se intensificó aún más en primavera, cuando varios padres expresaron públicamente su descontento con la nueva línea de la administración. En julio, la escuela denunció a tres de ellos por difamación. A pesar de ello, más de mil alumnos han vuelto a las aulas, aunque muchas familias reconocen que persiste la inquietud y hay incertidumbre sobre el futuro. Algunos prefieren no hablar del asunto por miedo a represalias, mientras que otros aceptan hacerlo sólo de forma anónima.
Numerosos padres señalan que eligieron este centro principalmente por su reputación y ubicación, y que el componente religioso no les preocupaba inicialmente. Sin embargo, ahora que consideran que a los niños se les imponen ciertas creencias, algunas familias piensan en cambiarlos de colegio. Una madre relató que su hijo empezó a hacerle preguntas sobre la fe e incluso mostró agresividad al oír que la religión es una elección personal. Además, observó que el niño comenzó a usar el español en casa, cuando antes hablaba en catalán. Esto se debe a que, tras la renovación del equipo docente, algunas clases se imparten en español, algo que contraviene las normas de la autonomía.
También hay otras quejas: los padres denuncian la aparición de comentarios homófobos y racistas por parte de algunos profesores. Para muchos, esto se ha convertido en un motivo adicional de preocupación, ya que el docente es un referente para los alumnos y sus palabras pueden influir significativamente en los niños.
La situación se percibe especialmente delicada entre quienes se han visto envueltos en litigios con la administración. Uno de los padres demandados afirma que actualmente reina la calma en la escuela, pero advierte que puede ser engañosa. Considera que fue la dirección la que cambió los valores tradicionales del centro y espera un regreso a la situación anterior.
Al mismo tiempo, hay familias completamente satisfechas con lo que ocurre. Una madre, que trabaja en la escuela y tiene tres hijos, asegura que la mayoría de los padres apoyan a la administración y que el conflicto sólo ha sido alimentado por unos pocos.
En los primeros días de septiembre, los padres de los más pequeños que recién empezaban el colegio se preocupaban más por la adaptación de sus hijos que por los escándalos. Algunos admiten que no creen en los rumores y no ven motivos para alarmarse.
Mientras continúan las investigaciones de las denuncias y el departamento de educación de Catalunya no se apresura a sacar conclusiones, el ambiente en la escuela sigue siendo tenso. Los padres esperan el desenlace de esta situación y confían en una pronta resolución del conflicto.
